(Por: Luis Francisco Sandoval. Agencia Inés Llambías Comunicaciones).
A excepción de bebidas de soya, productos a base de coco, arroz o almendra, tienen cinco o seis veces menos proteínas que una porción de lácteos, por lo que están lejos de aportar las proteínas de alto valor biológico que el cuerpo humano requiere.
Las bebidas de origen vegetal que utilizan el nombre genérico de leche, y cuyo volumen de ventas se ha disparado en el último lustro, aportan cinco o seis veces menos proteínas de alto valor biológico que los lácteos. Así lo explicó la nutricionista Carla Leiva, académica de la Pontificia Universidad Católica, quien advirtió que las proteínas que entrega la leche no pueden ser reemplazadas por este tipo de productos.
La leche y sus derivados integran una variedad de nutrientes que son fundamentales para que los seres humanos tengan una dieta equilibrada. Son, en este sentido, un alimento de alto valor biológico. Las proteínas con esta condición son fundamentales, por ejemplo, para los niños, entre ellas vitaminas del complejo A, la B y la D, también el calcio, dijo la facultativa.
“Los sustitutos no son leche, porque el reglamento sanitario chileno de alimentos declara que la leche es todo aquel alimento producidos por mamíferos”. La académica precisó que una excepción la constituyen las derivadas de soya, que si son buena fuente de proteínas.
“Por eso se les llama bebidas vegetales, basadas en plantas. A pesar de que se les llama sustitutos, cuando vemos el detalle de la información nutricional, especialmente de sus proteínas, nos damos cuenta de que el jugo de almendra, de coco o arroz, contienen un bajo aporte de proteínas. De hecho, ni siquiera alcanzan a un gramo por 100 ml., lo cual es realmente un bajo aporte”.
Agregó que, actualmente la legislación chilena no establece la obligatoriedad en la fortificación de micronutrientes, por lo que solo algunas bebidas vegetales presentan en dosis diversas fortificación con calcio, vitamina B12, complejo B, vitamina D, entre otros. Por esto, un profesional debe asesorar a quien decida llevar una dieta vegana para escoger la mejor alternativa disponible.
Desinformación
La nutricionista de la PUC apuntó que, en la actualidad, también se han multiplicado los mensajes de desinformación, como que la leche no es buena para la salud o que no está “diseñada” para los seres humanos. “Si bien los mamíferos estamos genéticamente creados para ser alimentados por leche materna, esto es especialmente importante los primeros años de vida del niño. Luego, la leche, así como la carne y el huevo, son una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico para los seres humanos”, añadió la académica.
El valor nutricional de los lácteos contribuye al desarrollo integral y a prevenir condiciones tanto de salud como de carácter social, puntualizó Carla Leiva. En Chile, el consumo de leche es de 155 litros por persona al año, provenientes en su mayoría del queso (9,8 kilos), leche líquida (22 litros y yogur (12 litros). Pese a que el consumo a nivel local ha aumentado en la última década, las cifras muestran que no solo está 30 litros por debajo del estándar recomendado, sino muy lejos de países desarrollados (más de 240 litros per cápita).
“La leche, contiene los 20 aminoácidos que necesitamos los humanos para sintetizar proteínas, especialmente los aminoácidos esenciales considerados limitantes de la síntesis proteica cuando no están presentes. A diferencia de otros alimentos como lentejas o cereales que sí tienen aminoácidos limitantes y que por tanto no permiten por si solas llegar a un score de aminoácidos del 100% como si posee la leche”.
Añadió que tiene que ver también con la capacidad de absorción. Alimentos ricos en fibra tienen una menor digestibilidad de sus proteínas, aun siendo saludables.
De acuerdo a datos del “Primer Estudio de Hábitos de Consumo de Lácteos en Niños” realizado en conjunto por la municipalidad de Estación Central y el departamento de Nutrición de la Universidad de Chile, una gran mayoría de los encuestados ingería menos de las porciones recomendadas. Esto se da en contraste con el auge de los productos de origen vegetal.
En tanto, según la última Encuesta Nacional de Medio Ambiente (2018),un millón y medio de personas se declara vegano o vegetariano, por lo que no consumen ningún alimento de origen animal, entre ellos la leche. Otros indicadores dan cuenta que en América Latina un porcentaje indeterminado de la población (en algunos casos se expone que hasta un 50%) tiene algún nivel de intolerancia a la proteína de la leche, la lactosa.
Proteínas de alto valor biológico
La leche es fuente fundamental de nutrientes esenciales y está considerado por organismos internacionales como un alimento de interés mundial. Proporciona micronutrientes que son vitales para el desarrollo normal de huesos y dientes durante los primeros años de vida, además de prevenir la osteoporosis en la adultez. Es fuente de proteína, calcio, vitamina D y otros micronutrientes.
Aunque el consumo de productos lácteos en el país ha crecido levemente en los últimos años, este sigue siendo insuficiente para llegar al estándar mínimo requerido por la FAO.
De acuerdo a los especialistas, se trata de una situación paradójica, considerando que Chile fue un país pionero en superar la desnutrición infantil en América Latina y el que exhibe los mejores indicadores de desarrollo en la región en las últimas cuatro décadas. Por ejemplo, en materia de desarrollo humano, es la primera nación latinoamericana, de acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
“Como país debemos asegurar en nuestras políticas públicas el acceso a alimentos específicos, que sean una buena fuente de proteínas de alto valor biológico y micronutrientes, entre ellos tenemos la leche, que, de alguna forma, es mucho más costo-accesible que otros alimentos”, precisó la nutricionista. “La desnutrición es algo que no percibimos como tan evidente como en otros países, pero la deficiencia que vemos principalmente en personas mayores puede impactar y producir disminución de su densidad mineral ósea y muscular aumentando el riesgo de fragilidad, sarcopenia, fracturas y finalmente llevar a la postración”.
La especialista aseguró que evidencia reciente da cuenta de que incluso podemos aumentar masa muscular a través de una dieta que incluya las porciones adecuadas de proteínas a través de productos lácteos. Por eso, lo califica como “un tremendo vehículo” para mantener a la población saludable, en especial a aquellos más vulnerables, como las personas mayores. En el caso de los adolescentes, en tanto, el consumo de productos lácteos tendrá impactos a largo plazo.
“Durante la adolescencia, las personas llegan a su peak de masa ósea, que es la máxima cantidad de calcio que alcanzan los huesos a lo largo de la vida y constituye el capital de reserva para enfrentar la pérdida de masa ósea que se produce después de la cuarta década de la vida, como consecuencia del proceso normal de envejecimiento. Una persona que no haya consumido la cantidad de calcio adecuada en sus primeros años de vida, tendrá un mayor riesgo de padecer problemas en su densidad mineral ósea en su edad adulta”.
Esta disminución se asocia con fracturas y osteoporosis, además de un mayor riesgo de fragilidad en personas mayores. La evidencia disponible actualmente, añade la especialista, apunta a que los productos lácteos poseen un efecto neutro o incluso protector de problemas cardiovasculares a futuro, una de las principales causas de muerte en el mundo occidental. “Es importante apoyar y asesorar a través de profesionales de la salud, a quienes eligen una dieta libre de productos de origen animal”, dijo Leiva.
Por debajo de la norma internacional
El consumo de leche en Chile está 30 litros por debajo de las recomendaciones internacionales, mientras el acceso de la población a bebidas vegetales se multiplicó en los últimos años. La situación podría afectar la disponibilidad de nutrientes esenciales y de alto valor biológico en el largo plazo para la población, especialmente en edades tempranas, advirtió la nutricionista de la Pontificia Universidad Católica, la Dra. Carla Leiva.
En nuestro país, el consumo de leche es de 155 litros por persona al año, provenientes en su mayoría del queso (9,8 kilos), leche líquida (22 litros y yogur (12 litros). La cifra está por debajo de las recomendaciones de la FAO (Argentina, por ejemplo, alcanza los 187 litros). La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sugiere que la ingesta debe ser de al menos 180 litros.
Por el contrario, el consumo de bebidas vegetales se disparó en la última década: entre 2018 y 2019 el mercado de bebidas vegetales en Chile creció más de un 70% de su volumen, lo que equivale aproximadamente a más de cuatro mil litros consumidos anualmente.
La nutricionista Carla Leiva dijo que el país no puede permitirse tener déficits nutricionales en grupos de riesgo como embarazadas, niñas, niños y adolescentes, o la tercera edad. Esto, manifestó, podría tener importantes impactos en la salud pública, por lo que es importante apoyar a estos grupos para mejorar su acceso y calidad de la alimentación.
“Los estudios y encuestas nacionales de salud reflejan que la población chilena no consume tantos lácteos como quisiéramos, o los que necesitamos para conseguir la cantidad de calcio y proteínas, que necesitamos para una adecuada salud. De hecho, estamos por debajo de cifras internacionales. Es algo que nos preocupa, pero no necesariamente es por el mayor consumo de bebidas vegetales, aunque sí, lo que uno observa es que hay un mayor interés por dietas veganas y vegetarianas”.
La académica de la Universidad Católica enfatizó que se trata de una decisión “súper legítima”, porque es una alternativa y patrón de alimentación saludable, “que como profesionales de la salud respetamos”, pero que requiere de evaluación ya que es necesario el consumo de suplementos y asesoría a través de profesionales de la nutrición. “Se necesita mucho apoyo, porque de lo contrario podemos ver deficiencias preocupantes, especialmente en población pediátrica, ya que se encuentran en crecimiento”