Hacer del pan un alimento funcional que aporte nutrientes protectores para la salud, como la fibra dietaria, es un desafío para nuestra sociedad, considerando el actual perfil epidemiológico en Chile y los efectos beneficiosos asociados al consumo de ésta.
El pan es simple en su elaboración; harina, levadura o masa madre, agua y sal. En sí mismo, es una historia de cientos de personas que a través de un trabajo silencioso han dado vida a uno de los oficios más antiguos en Chile. La transformación de ingredientes mediante el calor del horno ha tenido a las panaderías en la mesa de la humanidad desde hace miles de años, a través del noble oficio de los panaderos.
La simpleza de su receta y la cotidianidad de las panaderías tradicionales que fabrican el producto de forma artesanal y con menos ingredientes, lo hacen una opción favorable frente a productos envasados, con mayor cantidad de ingredientes ultra procesados.
El consumo de pan está rodeado de mitos, sin embargo, no hay razón para restringir su consumo. Por el contrario, se recomienda el concepto de proporcionalidad de acuerdo con el estado nutricional y seleccionar variedades que incluyan nutrientes protectores para la salud, como la fibra dietaria.
Si bien alimentarse no es un evento exclusivamente humano, la forma en que lo hacemos, nos supone únicos, la posibilidad de elegir qué, cómo, dónde y cuándo nos alimentamos, o la forma en que preparamos nuestros alimentos, nos diferencia de los animales, dando sentido a los nutrientes.
Fabiola Fuentealba Arévalo
Académica de Vinculación con el Medio
Escuela de Nutrición y Dietética
Universidad San Sebastián