Por Estefanía González, subdirectora de Campañas, Greenpeace Chile
En Argentina sólo en lo que va de este año se han registrado más de 300 mil casos de Dengue, anotando la histórica cifra de 280 muertes desde el inicio de la temporada (42 de las cuales ocurrieron la última semana de abril).
¿Cómo se relaciona esto con la crisis climática? Un estudio elaborado por la Organización Mundial de la Salud advirtió que el alza de temperaturas en el planeta, la deforestación y la urbanización son algunos de los mayores factores de riesgo detrás del aumento de casos de virus como dengue, zika y chikungunya, comprobándose además que las infecciones causadas por el mosquito transmisor Aedes aegypti, principalmente en climas tropicales y subtropicales, aumentaron de forma dramática en las décadas recientes.
Al igual que en Chile, durante mucho tiempo Argentina lidió con casos aislados de Dengue producto de la importación del virus desde climas más tropicales (como Brasil). Sin embargo, desde hace algunos años este virus ya es endémico en el norte argentino (en las provincias de Formosa, Corrientes, Misiones o el Chaco, por ejemplo) influenciado por el cambio climático, pero jamás había tenido una mayor incidencia hacia el centro y sur de la nación, como ocurre hoy, llegando hasta Buenos Aires e, incluso, registrando más de 200 casos este año en la provincia de Tierra del Fuego. Lo más grave: se estima que sobre el 90% de los casos es autóctono, es decir, responde a contagios dentro de las fronteras trasandinas.
Analizando la situación, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) dio cuenta de la proliferación del mosquito vector en zonas donde precisamente no se habían reportado antes, atribuyendo el “aumento exponencial” del dengue a las condiciones extremas del clima y a la presencia del fenómeno El Niño, las cuales han exacerbado las condiciones para la propagación del mosquito, prolongando la temporada de transmisión y las zonas geográficas de infección.
Lo mismo ocurre en diversos países de Sudamérica, donde, por cierto, Brasil tiene una gran incidencia, pero preocupan los brotes en naciones que están menos acostumbradas a esta enfermedad, como Paraguay, Perú e, incluso, Chile.
Si bien en Chile aún estamos lejos de una crisis como la que viven nuestros vecinos, existe preocupación en el ecosistema sanitario: hace un par de semanas, el subsecretario de Salud se refirió a esta situación comentando que si bien no se han registrado casos autóctonos, este año en Chile continental se han detectado más casos que en periodos anteriores, contabilizando 135 personas que han viajado y contraído la enfermedad.
Lo cierto es que el alza de temperaturas y las condiciones de humedad en algunas zonas, ha hecho un caldo de cultivo para la proliferación de enfermedades que se han erradicado de los territorios o que nunca habían alcanzado esos lugares, lo que eleva los estándares y acciones que buscan proteger los entornos de forma más decidida. En el caso de Chile, se han debido reforzar las medidas en las regiones de Arica y Parinacota y Valparaíso (por los ciclos de transmisión en Rapa Nui y el encuentro de un mosquito vector en un bus en la provincia de Aconcagua), para controlar las posibles transmisiones.
Esta crisis sanitaria en el subcontinente da cuenta de la relevancia de gestionar medidas oportunas que, por una parte, mitiguen las alzas de temperaturas, y a la vez también entreguen mecanismos para la defensa de la naturaleza y los ecosistemas, con el fin de que estos espacios nos ayuden a regular nuestro clima y nos defiendan de estos fenómenos.
Cada vez más, somos testigos de nuevas y desafiantes demostraciones de la crisis ambiental que hoy atravesamos y debemos ser conscientes de la urgencia de frenarlas a tiempo. Hoy, los ojos están puestos en el dengue… mañana puede ser algo incluso más grave.