Dr. Claudio Rojas Miño, rector de la Universidad Católica del Maule.
La visión estratégica que impulsa una Universidad frente al actual desafío de la inteligencia artificial es muy significativa, especialmente en tiempos de avances tecnológicos vertiginosos.
En un mundo donde la tecnología avanza rápidamente, sin duda el empleo se puede ver afectado en alguna medida por la adopción de la inteligencia artificial. Pero es oportuno tener presente que la inteligencia artificial también crea nuevas oportunidades laborales, de innovación y desarrollo. Es un proceso que ha evolucionado durante décadas y que está cambiando la forma en que hacemos nuestro trabajo.
A mi entender, son tres las claves para encontrar empleo en la era de la inteligencia artificial. En primer lugar, tener un buen dominio del inglés y habilidades cognitivas que nos permitan interactuar con sistemas altamente automatizados. En segundo lugar, el desarrollar habilidades y pensamiento en la lógica de algoritmos para enfrentar procesos tecnológicos complejos. En último lugar, pero no menos relevante es el valorar nuestro bagaje cultural como algo que nos hace diferentes en entornos de trabajo altamente competitivas.
En relación a los retos y oportunidades en el ecosistema de la inteligencia artificial en Chile, puedo afirmar que se hace necesaria una mayor regulación para asegurar una adopción ética y responsable de estas tecnologías, evitando que se cree una brecha entre aquellos que ganan y los que pierden en el mercado laboral. En este sentido quiero destacar los esfuerzos que se realizan desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, para avanzar en una Política Nacional de Inteligencia Artificial y en un Plan de Acción que contendrá más de 150 compromisos, todo en el marco de la preparación del Proyecto de Ley que Regula Sistemas de Inteligencia Artificial.
Lo importante es asegurar que se democratice el conocimiento sobre inteligencia artificial para toda la sociedad y que no quede restringido sólo en esferas de expertos y académicos.
Estos desafíos requieren un enfoque colaborativo entre diferentes actores que permitan encontrar soluciones ecuánimes y sostenibles, tomando en consideración la reflexión y el diálogo constante entre las empresas, el gobierno, la sociedad civil y en especial las universidades.
No cabe duda que la inteligencia artificial es una herramienta poderosa que puede generar grandes beneficios si se utiliza correctamente. Es responsabilidad de todos asegurarnos un piso ético, inclusivo y de respeto irrestricto a los derechos humanos. Para esto no queda más que trabajar juntos para aprovechar su máximo el potencial y garantizar un desarrollo inclusivo y sostenible centrado en las personas.