ANID
Ocurrida 38 horas después del terremoto de Valdivia, se trata de uno de los casos mejor documentados de estos fenómenos, aseguran los expertos del Centro ANID, Instituto Milenio Ckelar Volcanes.
Alrededor de las cinco de la madrugada y exactamente 38 horas después que Chile y el mundo vivieran uno de los megasismos más grandes de la historia, el terremoto de 1960, el Complejo Volcánico Puyehue Cordón Caulle entró en erupción, ubicado a 85 kilómetros al este de Osorno, en la Región de Los Lagos e integrado por estratovolcanes, conos piroclásticos y centros de emisión fisurales.
En 1960, aseguran expertos en el artículo Rhyodacitic fissure eruption in Southern Andes (Cordón Caulle; 40.5°S) after the 1960 (Mw:9.5) Chilean earthquake: a structural interpretation”, publicado en la revista Volcanology and Geothermal Research, el grupo volcánico Cordón Caulle, experimentó un comportamiento singular en el registro geológico mundial: una erupción fisural de magma riodacítico, normalmente más viscoso y asociado a otro tipo de erupciones, que siguió a la ocurrencia del mayor sismo instrumentalmente registrado en el mundo.
El ciclo eruptivo inició con una fase explosiva con una columna de piroclastos que alcanzó 8 km de altura, acompañada de emisión de vapor de agua en otros puntos de la fisura. Esta fase explosiva fue sucedida por una etapa efusiva, caracterizada por el escurrimiento de coladas de lavas viscosas desde los diversos cráteres en erupción. Finalmente se registraron emisiones piroclásticas que declinaron hacia el 22 de julio de ese año.
Erupción gatillada por un sismo
“Esta erupción del Complejo Volcánico Puyehue – Cordón Caulle, ocurrió 38 horas después del megaterremoto del 22 de mayo y es uno de los mejores casos documentados de erupción gatillada por un sismo”, asegura el volcanólogo Luis Lara, investigador adjunto del Instituto Milenio Ckelar Volcanes y académico de la Universidad Austral. Lo que sabemos hoy, agrega, es que el complejo volcánico estaba en una condición ‘madura’ para una erupción y favorablemente ubicado en el contexto de la deformación cosísmica del megaterremoto.
“Por lo tanto, el paso de las ondas sísmicas activó algunas fallas o fisuras previas del complejo volcánico, permitiendo la salida del magma desde varios centros de emisión (18). Esto último corresponde a una erupción fisural, que son mucho más comunes con magmas basálticos (pobres en SiO2) y mucho menos en magmas riodacíticos (ricos en SiO2 y generalmente más viscosos)”, explica el doctor Lara.
La erupción fisural de 1960 se desarrolló a través de 18 centros eruptivos que habrían emitido material piroclástico (elementos sólidos emitidos por un volcán) y lava. “Justamente esta erupción tuvo dos características particulares: ocurrir poco tiempo después del terremoto, de manera que la relación causal es más evidente y ser una erupción fisural, menos comunes en magmas de esta composición”, explica el volcanólogo.
Las erupciones fisurales se originan a lo largo de fracturas de la corteza terrestre que pueden extenderse varios kilómetros. Las lavas que fluyen desde las fisuras suelen ser fluidas y pueden tener pequeñas dimensiones o cubrir grandes extensiones formando amplias mesetas.
Fuente: Ckelar Volcanes