Por: Álvaro Gutiérrez
Investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad
Académico Universidad de Chile
«Paz con la Naturaleza” es el emblema de La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16 sobre Biodiversidad) que se celebrará entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre de 2024, en Colombia. La COP16 sobre Biodiversidad es una reunión en la que el Gobierno de Chile deberá llevar propuestas para atender problemas críticos que tiene el planeta en la conservación de la diversidad biológica.
La importancia de esta reunión radica en la posibilidad que puede sentar precedentes para direccionar acciones a nivel nacional para detener y revertir la pérdida de biodiversidad antes de 2030. La COP16 sobre Biodiversidad es la primera conferencia intergubernamental tras la adopción del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal del año 2022, en el cual los países que forman parte (entre ellos Chile) se comprometieron al cumplimiento de sus 4 objetivos y 23 metas. Una de estas metas es «Conservar por lo menos el 30 % de las zonas terrestres, marinas y costeras a nivel mundial». A la luz de esta meta, es relevante preguntarse: ¿Qué ecosistemas debieran ser prioritarios? ¿Cómo logramos llegar a esta meta? ¿Dónde debiéramos conservar este 30%? Estas son preguntas claves para lograr llegar al resultado comprometido en 2022.
El emblema de la COP16 sobre Biodiversidad, nos invita a que reflexionemos sobre cómo mejorar la relación que tenemos con la naturaleza. Proteger nuestros bosques podría ser un camino en esta dirección, ya que el rol de los bosques como sostén de vida es invaluable. Los bosques albergan el 80% de los seres vivos terrestres y sustentan a una cuarta parte de la población humana mundial. Sus cruciales roles para la vida incluyen la provisión de oxígeno, la regulación del ciclo del agua, nutrientes y del clima.
En Chile habitan bosques que tienen historias mucho más largas que la historia de nuestro país. Si nos imaginamos en un viaje hacia el pasado, nos encontraríamos con la presencia de extensos bosques que cubrían lo que hoy es Chile. Algunos bosques que existen en el país son remanentes de estos bosques ancestrales, que han resistido al paso del tiempo y han sido testigos de cómo los seres humanos hemos hecho uso del territorio. A estos bosques, los podemos reconocer como nuestros bosques ancestrales, ya que han estado presentes en nuestro territorio incluso antes de la primera llegada del ser humano a estas tierras.
Entre los componentes que conforman nuestros bosques ancestrales, destacan árboles milenarios y centenarios, que desafían nuestra percepción del tiempo necesario para que estos bosques adquieran el estado que hoy tienen. La dinámica del bosque está relacionada con los extensos ciclos de vida de los árboles, con bosques ancestrales de Chile que han presenciado el recambio de especies a lo largo de milenios. La coexistencia de árboles como el coihue y la araucaria, o mañíos y alerces, revela la complejidad de los ciclos de vida en el bosque, con períodos de latencia, crecimiento y resistencia que desafían nuestra comprensión.
Cuando un bosque alcanza una etapa avanzada de desarrollo, entra en una dinámica cíclica que se automantiene y regula. Esta dinámica asegura ciclos permanentes de vida, crecimiento, muerte y regeneración de múltiples organismos. Sin interferencia humana, este ciclo persiste, manteniendo la biodiversidad y el equilibrio del ecosistema.
Los bosques ancestrales albergan una multiplicidad de especies que interactúan en procesos altamente intrincados. Mutualismos, simbiosis, facilitación, competencia son algunas de las relaciones que permiten la coexistencia entre plantas, animales, hongos y microorganismos, incluidos los seres humanos, que influyen en la persistencia de los bosques. Así, los bosques ancestrales, representan la vida de los seres vivos que han habitado y habitan en ellos. Representan la vida, de la vida, de la vida.
La importancia de los bosques ancestrales y su papel en la evolución de múltiples seres vivos parecen distantes de nuestra forma de vida apresurada. A pesar de ser parte de la red de vida que representan los bosques, los chilenos hemos alterado drásticamente nuestros bosques y pocos bosques ancestrales quedan en el país. Desde la colonización europea, hemos destruido el 50% de la superficie original de los bosques del país y muchas poblaciones de árboles están en riesgo debido al cambio climático. Se estima que un 10% de la superficie de bosques de Chile, son bosques maduros sin intervención, y es en esta superficie donde se encuentran nuestros bosques ancestrales. El avance hacia la extinción de bosques ancestrales únicos en Chile es evidente, y se torna urgente que nos reconciliemos y entremos en paz con la naturaleza que afortunadamente aun nos rodea. Coexistir armónicamente con nuestros bosques nos permite comprender nuestra interrelación profunda con los ciclos de la vida, y la renovación constante de la vida que ocurre en ellos.
Como una manera de entrar en paz con la naturaleza, Chile debiera promover en la COP16 sobre Biodiversidad, la preservación y protección prioritaria de los bosques ancestrales, y así avanzar en acciones concretas para cumplir la meta del 30% de conservación de zonas terrestres. Aunque los bosques ancestrales parecen olvidados en la memoria colectiva de Chile aún estamos a tiempo de revertir sus tendencias de retroceso. La historia nos indica que debemos revertir las tendencias de pérdidas de bosques y asegurar la persistencia de nuestros bosques, ya que son el sostén de la vida en el futuro.