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Estudio del CIEP logra caracterizar 22 tipos de mieles producidas en la región de Aysén

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Desde 2023, el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) ha llevado a cabo el estudio, “Caracterización melisopalinológica de las mieles de Aysén: cambio en el uso del suelo, clima y su relación con el potencial apícola de la región”, financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo; identificando 22 tipos de mieles en la región de Aysén. Este análisis se enfoca en la flora preferida por las abejas melíferas y la caracterización de las mieles según sus orígenes florales.

Cada planta produce un tipo de polen particular, que las abejas transportan a la colmena y mezclan con la miel. Al analizar los granos de polen presentes en la miel, se puede determinar las plantas visitadas por las abejas. Este proceso es esencial para añadir valor al producto apícola, ofreciendo una distinción botánica y geográfica particular.

Según la “norma chilena (NCh 616 Of 2008) sobre la miel de abejas,  denominaciones y requisitos”, las mieles se clasifican en; Monofloral: que contiene al menos un 45% de polen de una sola especie vegetal. Bifloral, que posee polen de dos especies de plantas, alcanzando en conjunto un mínimo del 50%, sin que la diferencia entre ellas sea mayor al 5%. Y la Polifloral: Con tres o más especies vegetales, sin que ninguna predomine con un 45% o más.

El estudio abarcó mieles de las cuatro provincias de la región de Aysén, desde La Junta hasta Caleta Tortel, donde participaron apicultores, principalmente mujeres, que poseen apiarios para consumo familiar y venta local, así como apicultores que producen a mayor escala para la venta regional.

Entre los resultados, se destacan las mieles monoflorales de especies nativas y mieles monoflorales de especies introducidas, tales como el trébol blanco, la alfalfa y el diente de león. Además, se encontró una relación entre los tipos de coberturas vegetales y la flora presente en las mieles. Las mieles de zonas boscosas tienden a ser monoflorales nativas de tineo, voqui paulún, tiaca, tepú, palmilla y yaqui; mientras que las de zonas de praderas y pampas son generalmente poliflorales o monoflorales de especies introducidas, como por ejemplo de trébol blanco, alfalfa y diente de león. En zonas con vegetación mixta, las mieles suelen ser poliflorales mixtas.

Cabe mencionar, que el proyecto cuenta con otro eje de investigación, centrado en determinar la relación entre variables climáticas con la floración de las plantas, lo que influye directamente en el tipo de miel obtenida, según el mes de su cosecha.

Por su parte el laboratorio Ecoclimático del CIEP ha desarrollado 10 estaciones pluviométricas que permiten medir temperatura, precipitación y humedad en diferentes predios de apicultores a lo largo de la región de Aysén. Estos datos, calibrados con las fechas de floración, permitirán estudiar las variables que más influyen en la estacionalidad de las floraciones y cómo se refleja en el tipo de miel cosechada.

Este proyecto ha sido muy bien recibido por las y los apicultores que entregaron sus muestras para el estudio, quienes ahora cuentan con el origen botánico, lo que sin duda es información de utilidad para su comercialización. María Teresa Barra, apicultora del sector Ensenada de la provincia de Coyhaique destaca el aporte realizado por la investigadora, “El trabajo de Valentina ha sido muy importante por su dedicación y trabajo en terreno y sus resultados, que para nosotros los apicultores es de mucha importancia para saber de qué polen están compuestas las mieles de sus sectores. Estoy muy agradecida de su aporte científico, que reconoce el trabajo de los apicultores en sus mieles según los sectores en que se encuentran en la región.

Para finalizar, la Dra. Valentina Álvarez Barra, investigadora a cargo del proyecto, se refirió  a los alcances del estudio, “Este tipo de estudios es un primer paso para conocer la diversidad de flora melífera regional, información crucial para levantar planes agrícolas que fomenten el cultivo de estas plantas para mantener las propiedades de las mieles. Además, teniendo los datos climáticos y las fechas de floración, podemos generar modelos que proyecten futuros cambios en las floraciones a la luz del cambio climático que estamos observando a nivel mundial, que ciertamente tendrá impacto en el tipo de miel cosechada por provincia en la región de Aysén. Finalmente, con los informes melisopalinológicos entregados a cada apicultor participante del proyecto, se puede etiquetar la miel con su denominación floral, lo que le da un enorme valor agregado al producto capaz de distinguirlo en diferentes mercados.”

VALENTINA ALVAREZ

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