Matías Asún
Director Regional de Campañas
Greenpeace Andino
Chile es un país de montañas, las que albergan numerosos glaciares que actúan como refrigeradores naturales y valiosos reservorios de agua dulce. Estos enormes cuerpos de hielo y nieve alimentan de forma constante ríos y esteros hacia las zonas más bajas, desempeñando un papel crucial como reguladores térmicos e hídricos para la flora, fauna y las comunidades locales, sobre todo en aquellos territorios que sufren de un mayor estrés hídrico.
Pero estas grandes y necesarias reservas de agua están en peligro. Hace un tiempo, se dieron a conocer algunos de los hallazgos del estudio ‘Comportamiento espacio-temporal de las temperaturas superficiales terrestres (LST) en Chile central, utilizando imágenes MODIS de Terra’, un trabajo elaborado por el Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren) junto a diversas entidades científicas, donde se evidencia que el alza de temperaturas está afectando peligrosamente a zonas nivales y glaciares, lo que podría provocar un derretimiento acelerado de estos cuerpos de agua en estado sólido.
La investigación contempló un análisis de las temperaturas superficiales en las regiones de Valparaíso y Metropolitana durante los meses de verano (de diciembre a febrero) entre los años 2000 y 2017, dando cuenta de un progresivo aumento de la temperatura registrada en la alta montaña (0,3º C por año), un hallazgo tremendamente inquietante y que genera preocupación, pues implicaría una rápida desaparición de los glaciares de esta zona.
En la misma línea, el glaciólogo Alexis Caro ha advertido sobre el impacto del derretimiento de los glaciares en la escorrentía de los valles andinos. Según una investigación realizada por Caro y otros científicos, actualmente en revisión en Scientific Reports-Nature, es probable que el máximo de contribución hídrica de los glaciares, conocido como peak water, en las cuencas andinas esté ocurriendo o, en su defecto, ya haya ocurrido. Esto sugiere que los territorios altamente dependientes de estas aguas, como las zonas central de Chile y Argentina, serán cada año más susceptibles al peligro de desabastecimiento hídrico durante los años secos con bajas precipitaciones.
En el contexto actual de crisis climática, se hace urgente centrar nuestros esfuerzos en proteger la naturaleza, reconociendo que los glaciares son verdaderas joyas y nuestros aliados más importantes en la lucha contra el cambio climático. Pero también es de extrema relevancia reconocer que su buen estado de salud es fundamental para garantizar condiciones que posibiliten tanto nuestra existencia, como la de toda la biodiversidad que depende de ellos: sin glaciares en nuestras montañas, no hay vida ni economía posible en los valles.
El calentamiento global ya ha puesto demasiada presión sobre estos cuerpos de hielo, por lo que resulta francamente incomprensible que muchas veces las autoridades opten por amenazarlos aún más, como ocurre con Los Bronces Integrado, proyecto que pone aún en mayor riesgo a los glaciares de la Región Metropolitana, debido a la ubicación y cercanía de la operación de esta compañía minera y la emisión de material particulado que, además de contaminar la superficie glaciar, acelera su derretimiento.
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Parques Nacionales, es justo y urgente reconocer la importancia de los glaciares en nuestras vidas y en los territorios que estamos buscando preservar. Si bien, una parte importante de los glaciares chilenos se encuentra dentro de un área silvestre protegida, no podemos olvidar que los glaciares son ecosistemas complejos y frágiles, que requieren de cuidados con una amplia cobertura territorial, por lo que incluso aquellos que se encuentran al interior de parques o reservas nacionales se encuentran afectos a las condiciones climáticas generales y, por sobre todo, a las del entorno cercano a estos cuerpos (particularmente la actividad minera).
La creación del Parque Nacional Glaciares de Santiago -hace ya un año- avanzó de forma importante en aquello, pero no es lo único que se debe y puede hacer para proteger estos valiosos ecosistemas; también es importante generar marcos legales robustos que doten a las áreas protegidas, en general, de mecanismos efectivos para su conservación, así como regulaciones que amplíen la protección de los glaciares en todo el país. Proteger nuestros glaciares es cuidar de ecosistemas completos y complejos, por lo que no podemos seguir hipotecando nuestro futuro al permitir su destrucción.