Guillermo Tobar Loyola
Director Nacional de Formación Integral
Universidad San Sebastián
En la actualidad, el poder -político, económico o cultural- se despliega cada vez más en un ámbito cibernético con medios electrónicos y normas informáticas. Sin embargo, nos enfrentamos a una paradoja inquietante: el creador de la inteligencia artificial, el ser humano, se ve amenazado por su propia criatura, en una historia que evoca la de Frankenstein. ¿Tiene sentido temer a un computador inteligente? Más aterrador aún es imaginar a humanos manipulando perversamente la IA para dominar a sus congéneres.
La irrupción de este conjunto de tecnologías que permite a nuestros computadores “ver”, “hablar”, “escribir” e incluso “engañar” genera una multitud de preocupaciones sobre cómo influirá la IA en nuestra vida cotidiana, especialmente en las relaciones humanas. ¿Qué tan honestos serán los encuentros a través de chats inteligentes? ¿Qué calificativo se le dará a la creación artística, literaria o periodística producida con la ayuda de ChatGPT? ¿El usuario de Tinder será realmente tan amoroso como afirma ser? Al respecto, la Universidad de Waterloo en Canadá realizó este año un estudio en el que señaló que el 40% de los voluntarios no fue capaz de diferenciar si la imagen era real o creada por IA.