IEB Chile
Investigación desarrollada en la cuenca del rio Aconcagua en la región de Valparaíso confirmó que la conservación de vegetación nativa contribuye significativamente a un aumento de la polinización y a un mayor rendimiento en cultivos de paltos.
La pérdida de biodiversidad continúa siendo una crisis que afecta gravemente a nuestros ecosistemas, poniendo en riesgo el bienestar humano y nuestra seguridad alimentaria. Un reciente estudio destaca cómo la expansión de las plantaciones de paltas en Chile central, a expensas de la vegetación nativa, está poniendo en peligro a los polinizadores nativos y con ello, a la sostenibilidad agrícola y productividad de este súper alimento.
La investigación que lo detalla fue publicada en la revista científica Ecosystems and People, y en ésta participaron investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, de la Universidad de Playa Ancha y de la Universidad Santo Tomas.
De acuerdo al estudio, liderado por Uranía Lavín, el 75% de los cultivos en todo el mundo dependen de la polinización por animales, y la palta (Persea americana) es un ejemplo de ello. Sin embargo, el incremento de su producción está comprometiendo el hábitat natural de muchísimos polinizadores nativos, que cumplen un rol central en la agricultura.
Para analizar este escenario, las y los científicos desarrollaron un mapeo de polinización en la cuenca del Río Aconcagua, Región de Valparaíso, zona del país de tipo mediterránea, caracterizada por su alta biodiversidad y que concentra la mayor cantidad de estos monocultivos, convirtiendo a Chile en uno de los mayores productores y exportadores de palta a nivel mundial.
María José Martínez, coautora del estudio, investigadora del IEB y de la Universidad Santo Tomás, explica algunos detalles al respecto. “La zona central es famosa por la expansión del cultivo de paltas en desmedro de la vegetación nativa, principalmente del bosque esclerófilo que está muy amenazado. Nuestra idea era evidenciar cómo los corredores y parches de vegetación nativa contribuyen no solo a la conservación de la biodiversidad sino que también a la productividad de cultivos como la palta. No se había ocupado un modelo para mapear polinización y nosotros usamos uno llamado INVEST, que utiliza información como el tipo de cobertura y paisaje en la cuenca, los sitios de anidación de polinizadores, recursos florales, e impacto de la polinización en los rendimientos del cultivo”.
Mediante teledetección con imágenes satelitales y muestreo de campo el año 2019, la investigación determinó que 410 km² de la cuenca están cubiertos por plantaciones de palta. El modelo corroboró que la vegetación nativa mejora considerablemente el rendimiento de los paltos. Las áreas cercanas a la Reserva La Campana, con mayor proporción de vegetación nativa, mostraron una mayor oferta de polinización, mientras que dentro de los cultivos se observaron niveles más bajos de polinización.
El estudio también reveló que un tercio de las visitas de polinizadores a los paltos corresponde a abejas nativas, y al menos diez especies de insectos nativos contribuyen a la polinización. Estos insectos silvestres no solo complementan, sino que en algunos casos reemplazan los servicios de polinización proporcionados por las abejas manejadas, mejorando la estabilidad y resiliencia de los agroecosistemas.
En este sentido, la autora principal de la investigación, Uranía Lavín, enfatiza: “Demostrar los beneficios de la vegetación nativa para la agricultura es muy relevante porque permite convertir a los productores en aliados para la conservación y restauración. Además, el uso del modelo de polinización de cultivos de InVEST tiene el potencial para ayudar tanto a los productores en los diseños de sus predios como en la planificación espacial a mayores escalas, ayudando a generar paisajes más biodiversos y resilientes que brinden mayores servicios ecosistémicos ante el avance del cambio climático».
El mapeo con el modelo InVEST se proyecta como una herramienta esencial para equilibrar la actividad agrícola con la sostenibilidad ecológica en los paisajes productivos de la zona central de Chile. María José Martínez, directora del Laboratorio de Conservación y Bienestar Humano, concluye que «necesitamos incluir paisajes más heterogéneos y multifuncionales, que consideren corredores de vegetación nativa para la conservación de la biodiversidad, no solo en cultivos de palta, sino en otros cultivos. Estas soluciones basadas en la naturaleza entregan resiliencia, permitiendo equilibrar la agricultura con la conservación para nuestro propio bienestar».
Jaime Martínez, coautor del artículo e investigador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, agrega que «estos mapas permiten visualizar cómo las medidas de conservación y restauración no solo generan ambientes más biodiversos, sino que además pueden beneficiar la propia producción agrícola”.
El científico además señala, que el modelo de mapeo permite pensar en la cuenca y en otros paisajes de manera integrada, ayudando a generar escenarios futuros para aumentar los servicios ecosistémicos de polinización. “En esta crisis de biodiversidad y cambio climático que avanza hacia el sur, debemos pensar en un desarrollo que sea sostenible en el tiempo. En la Región de Valparaíso, hay sectores donde la crisis hídrica es tal, que los agricultores han tenido que abandonar sus cultivos. Esta crisis nos está pegando en la cara, generando además un gran conflicto socioambiental. Por todo ello es urgente impulsar una producción sostenible, que considere la integración de la conservación de la biodiversidad en la planificación territorial para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la Región de Valparaíso y de Chile en general”.