China fue el país que reportó el primer caso del COVID-19 en diciembre pasado. El brote se multiplicó rápidamente y se extendió a países vecinos. Hoy, el mundo vive una pandemia y el número de infecciones sigue aumentando en todos los continentes, con Europa a la cabeza. Sin embargo, en China los nuevos casos se han reducido notablemente gracias a las estrictas medidas del Gobierno, convirtiéndose en una lección para el resto del mundo sobre como contener el virus.
Nuestra colega Siwen Qian, del servicio de noticias de la ONU en chino, entrevistó al doctor Gauden Galea, representante de la Organización Mundial de la Salud en ese país para hablar sobre el tema.
¿Qué fue lo que cambió para que la Organización decidiera cambiar de epidemia a pandemia al describir el brote de COVID-19? ¿Cambia de alguna manera su trabajo en China y en el resto del mundo con esta decisión? ¿Afecta esto a la gente?
“No cambia en nada la forma en que trabajamos. Pandemia es sólo un término técnico para describir el modo de transmisión en muchos países. Hay una transmisión constante al mismo tiempo en muchos países. Más de cien países han reportado el virus, eso justifica el término técnico.
Pero lo más importante es que la OMS ha advertido desde el principio que supone un riesgo muy alto en China y en el resto del mundo.
El 30 de enero, la OMS elevó a la categoría más alta el brote de coronavirus, caracterizándolo como una emergencia de salud pública internacional. Esta clasificación y la declaración de emergencia determinaron lo que la OMS debe hacer en China y en el resto del mundo, y lo que necesitan hacer los Gobiernos nacionales.
Más aún, a finales de febrero, la OMS elevó la clasificación del riesgo a “muy alto”, no sólo para China sino para el resto del mundo, lo que implica que todos los países deben prepararse para una transmisión comunitaria de gran escala y, al mismo tiempo identificar cada caso para rastrearlo, garantizando lo más posible la disminución del contagio o incluso para evitar la llegada del virus a las comunidades.”
¿Cuándo se notificó por primera vez del brote a la OMS?
“Recibimos la notificación oficial el 3 de enero, pero mi oficina lo supo informalmente en la víspera del cierre del mercado de pescado de Huainan, en Wuhan, e inmediatamente lo reportó a nuestra oficina central, a la regional y a la nacional. Tuvimos una conversación telefónica el 1 de enero y elaboramos un estrategia de gestión aún antes de tener la notificación oficial.”
¿Qué ha hecho la OMS en China a partir de la notificación oficial?
“La primera fase implicó responder las tres preguntas principales para cualquier enfermedad infecciosa.
¿Cómo se transmitió? ¿Qué tan grave es? ¿Cuáles son las medidas de control?
Las primeras tres semanas nos centramos en la investigación epidemiológica, en preguntar a los investigadores nacionales, buscar con redes de expertos cómo interpretar la información, en elaborar comunicaciones e información advirtiendo el riesgo, en enviar el mensaje a los medios de comunicación y en hablar con las agencias de la ONU y las misiones que tienen su base en Beijing.
Buscamos información de la Comisión Nacional de Salud en cuanto a la gravedad, transmisión e impacto de las medidas de control para tener un panorama completo de los que ocurría. En los primeros días el índice de mortalidad era alto.
Después de eso, mi equipo visitó Wuhan, antes del cierre de la ciudad. Estuvo en un centro donde los pacientes se estudiaba e investigaba a los pacientes. Buscamos medidas como limpiar el aeropuerto. Discutimos sobre la investigación epidemiológica y el equipo visitó también el laboratorio provincial CDC.
Creo que la primera fase termina con la declaración de la OMS de la emergencia pública de interés internacional que siguió a dos reuniones del Comité de Emergencia. Esto no lo hizo la oficina en el país, fue el esfuerzo global de la oficina central.
Desde entonces, la OMS ha trabajado en la investigación de un plan de acción, la movilización de recursos para distribuir en todo el mundo kits de prueba y equipo de protección del personal de salud. Más recientemente, de mediados a fines de febrero hubo una misión conjunta de 25 expertos, la mitad de ellos de China y la mitad de diversos países, que analizó la respuesta de China en Wuhan, Beijing, Guangdong y Sichuan.
Finalmente, desde que hemos visto la disminución, en la oficina del país estamos buscando de qué forma podemos comunicar mejor la experiencia de China y el conocimiento que se adquirió para que otros países entiendan y se beneficien de ella y sepan cómo funcionó.”
¿Cómo fue la cooperación y comunicación con el Gobierno de China?
“Como OMS tenemos una contraparte nacional, que es la Comisión Nacional de Salud. Trabajamos con varios socios más, pero la Comisión es nuestro principal contacto.
La cooperación ha sido cordial y oportuna. Hemos tenido contacto diario de manera informal y tuvimos reuniones frecuentes, sesiones de información técnica que nos dieron la información que sus expertos iban recolectado sobre la enfermedad. Así obteníamos datos y luego, cada semana recibíamos información más completa en una reunión semanal.
En cuanto a la organización, tuvimos mucha comunicación de naturaleza estratégica. Las discusiones entre la OMS y China dieron como resultado entender y compartir la secuencia genética. Unos días más tarde, se compartieron un manual básico y las indagaciones, lo que significó el diseño de pruebas para que los países pudieran identificar el virus con pruebas hechas por ellos mismos.
También hubo una reunión de alto nivel en la que el director general vino y se reunió con el presidente Xi Jinping y acordó no sólo la cooperación en China, sino mundial. Es decir, ha habido una cooperación muy cordial y útil.”
¿Cuál es su opinión sobre las medidas implementadas por China para combatir el virus?
“La mayor conclusión es que China ha demostrado que se puede alterar el curso del brote. Normalmente, un brote de esta naturaleza crece exponencialmente, alcanza un máximo y luego disminuye naturalmente una vez que todas las personas susceptibles han sido infectadas o desarrollan la enfermedad.
En cierta manera esto no ha pasado en China. El curso de los eventos, la gráfica, el número de casos durante el periodo transcurrido parece muy poco natural. Es una epidemia atacada mientras aumentaba y fue detenida cuando iba avanzando. Esto es muy claro por los datos que tenemos y por lo que observamos en la sociedad en general.
La gran lección es que no necesariamente un brote debe alcanzar un máximo natural que desborde los sistemas de salud. Esta lección de contención, por lo tanto, es una que pueden aprender otros países y adaptarla a sus circunstancias.”
¿Ha estado personalmente en Wuhan?
Sí, estuve ahí el 20 y 21 de enero, dos días antes del cierre de la ciudad. Visité las salas de pacientes con fiebre en un hospital y otras instalaciones.
Como la ciudad estaba abierta todavía, no era escenario de una demanda abrumadora de servicios de salud, ni yo ni mi equipo vimos en esa ocasión los hospitales que se construyeron. Pero una misión conjunta regresó en febrero y visitó esas instalaciones.”
Al principio del brote pareció que se subestimaba la gravedad e incluso hubo denuncias de que se ocultaba, aunque algunos doctores en Wuhan trataron de sonar la alarma. ¿Cómo afectó la respuesta este tipo de acciones? ¿Se hubiera contenido antes el virus si hubiera habido más transparencia? ¿Hubiera evitado que el mundo encarara hoy una pandemia?
“Es difícil elaborar una historia alternativa. Entiendo que hubo fallas. Se identificaron deficiencias aún en el más alto nivel de liderazgo en el país. Estoy seguro de que con el tiempo habrá investigaciones y rendición de cuentas de los responsables.
Los que participamos en el proceso a partir del 31 de diciembre atestiguamos la rápida secuencia de los eventos, la identificación del virus, la información sobre las pruebas, el cierre, la implementación de una fuerza de tarea conjunta para la prevención y control, y el gran sacrificio de la población de Wuhan que resultó en la contención efectiva del virus.
Es importante para nosotros hacer siempre una pausa para entender el alto precio que los ciudadanos de Wuhan han pagado para que el resto de China y del mundo ganaran tiempo.
Pero la contención fue efectiva y permitió que el resto del país pudiera contener el brote de una forma muy efectiva. El reducido número de casos registrado fuera de Hubei es una prueba del éxito y efectividad de las medidas.
Es muy importante darse cuenta de que las fallas no son exclusivas de China y que muy pocos países están actuando rápido. Basta observar que se declaró una emergencia sanitaria internacional el 30 de enero y que en este momento, a la mitad de marzo, muchos países no están actuando rápido ni preparando a la población por lo menos con información sobre los riesgos.”
Cortesia de Yingshi ZhanngLlegada a Beijing de equipo médico enviado por el Programa Mundial de Alimentos.
¿Qué debilidades del sistema de salud ha mostrado el COVID-19 en China y el resto del mundo?
“Debemos enfocarnos en la gran lección que el mundo está aprendiendo, que es la importancia de tener un sistema de salud pública muy sólido. La preparación para un brote así es algo que todos los países necesitan.
En momentos de calma es muy fácil olvidar la inversión o subestimar la importancia de invertir en una fuerza de salud pública robusta, en planes de preparación sólidos, en capacidad de los laboratorios, en reservas de equipo de protección personal. Es una lección que todos los países deben entender para no tener que aprender cuando tienen enfrente una pandemia como esta.
La gente que no conoce China puede no reconocer el nombre de la ciudad, pero Wuhan es un gran centro de transporte, es la ciudad más grande del centro de China y cuenta con un gran número de camas de hospital y cuidados especializados, es un ciudad muy rica y contribuye sustancialmente al PIB del país, es decir, no estamos hablando de un sistema de salud débil. Y aun así fue sobrepasado por la epidemia.
Es por esto por lo que la OMS recomienda un sistema universal de cobertura de salud con tres niveles de atención. La dependencia excesiva de los cuidados de hospital pueden tener implicaciones en la calidad, equidad, eficiencia y costos.
Y no se puede negar que cuando hay mucha gente en las salas de espera con una infección como esta, esas salas se pueden convertir en un lugar de transmisión incluso en las instalaciones sanitarias.”
¿Quisiera añadir algo?
“Sólo que para cualquiera que lea esto: hay que evitar el pánico. Sí, es una enfermedad grave, no tan mortal como la gente pensaba al principio, cuando empezó a divulgarse la tasa de fatalidad. Pero es verdad que muchas personas mueren. No queremos que ocurran esas tragedias. Es importante mantener un enfoque equilibrado. Esto es serio y requiere una respuesta a nivel nacional, pero no hay razón para el pánico.
Además, hay muchas cosas que la gente puede hacer. No tenemos una vacuna. No tenemos terapias, pero tenemos maneras efectivas de reducir el riesgo: lavarse las manos, evitar tocarse la cara con las manos, no tocarse los ojos, nariz y boca, usar desinfectantes de manos cuando no haya agua y jabón. También hay que cubrirse con el codo la nariz y la boca al toser, mantenerse a un metro de las personas, trabajar desde la casa cuando sea posible, utilizar herramientas de trabajo a distancia para tratar de evitar las reuniones en persona.
La gente ha oído esto muchas veces, pero nunca es suficiente repetirlo. Es la forma, son las herramientas que tenemos ahora. Usémoslas.”