Por Gladys Vidal, Directora CRHIAM
Es de público consenso que la propagación del COVID-19 es un hecho que continúa preocupando a las autoridades de salud y al mundo científico a nivel mundial. Frente a esta carrera por encontrar una cura, que hasta el momento no ha dado buenos resultados, apremia hallar otros medios para frenar los futuros brotes de esta enfermedad. Es así como la transmisión del coronavirus en las aguas residuales se ha vuelto un foco de estudio crucial en estas últimas semanas.
Una de las dificultades que presenta la actual crisis, a raíz de esta enfermedad, es la detección del total de las personas infectadas. El SARS-CoV-2 puede ser medido a través de la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (que conocemos como PCR) la que identifica fragmentos de ARN del SARS-CoV-2. Antes, durante y 20 días posterior a la infección, el coronavirus deja un rastro genético que es expulsado en la orina, heces y otros métodos de secreción.
Por lo antes indicado, los sistemas de alcantarillado en una ciudad ofrecen datos de brotes casi en tiempo real, ya que constantemente recolectan heces y orina que pueden contener los coronavirus excretados por las personas infectadas. Una vez depuesto el virus del cuerpo, al parecer éste se degrada rápidamente. Sin embargo, trabajos científicos han encontrado que existe materia fecal de las aguas servidas infectadas por COVID-19. Mayores concentraciones del virus en las aguas residuales corresponden a un mayor número de personas infectadas.
Especialistas en virología de la Eau de París han observado por más de un mes de trabajo que las aguas servidas en el gran París han sufrido aumento y disminución de concentraciones de coronavirus. Aunque varios grupos de investigación han detectado al virus en aguas residuales, los investigadores de esta ciudad afirman que este estudio es el primero en mostrar que la técnica puede detectar un aumento brusco de las concentraciones virales en las aguas residuales antes de que los casos exploten por un aumento de infectados en las clínicas. Estas observaciones apuntan a que este tipo de monitoreo es una potencial herramienta, barata y no invasiva para prevenir brotes de COVID-19.
Alrededor del mundo existen más de una docena de grupos de investigación que han comenzado a analizar las aguas residuales, como una forma de estimar el número total de infecciones en una comunidad, dado que la mayoría de las personas no serán analizadas por la falta de kits para hacer los exámenes. Algunos científicos indican que esta metodología también podría usarse para detectar si el SARS-CoV-2 regresa nuevamente a las comunidades. Los diferentes investigadores que están muestreando y han encontrado rastros del virus que produce el COVID-19 en las aguas servidas pertenecen a los Países Bajos, Francia, España, Australia, Estados Unidos y Suecia, entre otros países.
Análisis de aguas servidas y políticas públicas
Los estudios en las aguas servidas que son colectadas desde los sistemas de alcantarillado han demostrado que el SARS-CoV-2 puede encontrarse en las heces humanas incluso tres días antes de que las personas infectadas presenten síntomas. Este tiempo es un periodo considerable antes de que las personas puedan desarrollar síntomas lo suficientemente graves como para buscar atención hospitalaria, y puede ser incluso hasta dos semanas previas a obtener un diagnóstico oficial desde los laboratorios. El virólogo ambiental del Instituto Federal Suizo de Tecnología (Lausanne, Suiza) Dr. Tamar Kohn, indica que el seguimiento de las partículas virales en las aguas residuales podría dar a los funcionarios de salud pública una ventaja para decidir introducir medidas de aislamiento social con un anticipo de siete a diez días previo a que se genere el brote, lo que puede evitar graves aglomeraciones en los servicios públicos de salud, así como marcar la diferencia para una adecuada gestión en ellos.
Por otra parte, investigadores en Australia esperan “aprovechar” los sistemas existentes para monitorear las aguas residuales, con el fin de desarrollar un sistema nacional de monitoreo para detectar el virus SARS-CoV-2 que genera el COVID-19. Este proyecto podría estar en funcionamiento dentro de 1 mes. En un futuro cercano, incluso podría ser factible “subir de nivel” con portales de muestreo especializados que permitan un estudio comunitario, considerando puntos de muestreos específicos que den cuenta de un área bien definida de la población y con ellos tener certezas si están infectadas o no de COVID-19.
Respecto a la situación nacional, destacar que el 99,9% de las aguas servidas del alcantarillado en una ciudad en Chile son sometidas a tratamiento, en el que existe una serie de operaciones para descontaminar las aguas. Particularmente, hay una fase final en este proceso que se denomina “sistema de tratamiento terciario” y que considera la desinfección de las aguas servidas tratadas. En general, esta desinfección en nuestro país se realiza con agentes clorados, por tanto, las aguas servidas que son descargadas a un ecosistema y que han tenido tratamiento no están contaminadas por SARS-CoV-2.
Si bien todos los países terminarán por regresar a una relativa normalidad tarde o temprano, existe un debate en torno al cuándo. Todavía continúan las medidas de aislamiento social por todo el mundo, exigiendo enormes costos económicos, pese a que algunas naciones están disminuyendo las restricciones para amortiguar el impacto negativo que tendría para la economía. Bajo esta perspectiva, hay investigadores que insisten que un análisis apropiado del SARS-CoV-2 de las aguas servidas que fluyen por un alcantarillado podrían entregan antecedentes para comprender mejor la gravedad de este brote que aparentemente es invisible.