En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, ONG llamó a tomar consciencia sobre los impactos de estos fenómenos en Chile.
Durante la última década las precipitaciones han disminuido cerca de 30% entre Coquimbo y la Araucanía, lo que sumado al aumento gradual de temperaturas observado desde los años 70 en la zona norte y centro del país, instala desafíos inéditos para Chile en términos hídricos.
Así lo destacó WWF Chile en el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra este miércoles 17 de junio.
Trevor Walter, coordinador de Paisajes Terrestres de la organización, señaló que este complejo panorama responde a un fenómeno global, que en el caso específico de la sequía en Chile se explica en un 25% a causa del cambio climático generado por el ser humano. “En estos momentos es crítico que nos sumemos y aumentemos la ambición de nuestras acciones que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y descarbonizar nuestra economía, teniendo como meta que el aumento de las temperaturas no supere los 1.5° en relación a los niveles preindustriales”, comentó el experto.
Junto con estos compromisos, y ahora con miras a la adaptación al cambio climático y sus efectos, como la escasez hídrica, Trevor Walter enfatizó la importancia del bosque nativo en la provisión de agua. “La restauración de bosques es una de las llamadas soluciones basadas en la naturaleza que nos puede ayudar a resistir de mejor forma los embates climáticos, principalmente porque propicia un mayor almacenamiento y distribución de los caudales durante el año, debido a que el bosque tiene un efecto similar a una esponja, que almacena agua en invierno y la va entregando en forma paulatina durante el verano”, explicó. “Y si bien tanto la reducción de emisiones como la restauración son acciones de largo plazo, las decisiones para que avancen con fuerza deben tomarse en forma urgente hoy”, agregó.
En esta línea, actualmente se implementa el proyecto “Desarrollo de alianzas para la gestión de la restauración de bosques a escala de paisaje en Nahuelbuta”, financiado por la Unión Europea, y ejecutado por el Gobierno regional del Biobío, la Asociación de Municipalidades de la Región del Biobío (AMRBB), Fundación Nahuelbuta y WWF Chile, el cual busca justamente promover la restauración de bosques y las alianzas para ello. Se espera que esto también genere beneficios socioeconómicos a nivel local, así como recuperación de tierras degradas y servicios ecosistémicos.
Además, desde el año pasado se impulsa un Plan Nacional de Restauración, liderado por los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, el cual también es apoyado por WWF Chile. “Nos interesa que este plan avance y pueda comprometer a más personas, organizaciones y empresas, de modo de lograr la meta de 500 mil hectáreas restauradas al 2030, cifra que como WWF estimamos que necesita el país en este ámbito y como aporte a sus compromisos contra el cambio climático”, indicó Walter.
Impactos
El alza de temperaturas provoca que el agua se evapore más rápidamente en las zonas cubiertas por nieve, cultivos, vegetación natural, y en embalses y lagos. El ejemplo más dramático de este fenómeno ha sido el secamiento de la laguna de Aculeo, en la región Metropolitana. Lamentablemente, sostiene Trevor Walter, estos hechos podrían continuar, incrementándose la ocurrencia de sequías, como la actual, y aumentando la desertificación de la zona centro y sur de Chile.
“En términos geográficos, el impacto en Chile es mucho más marcado de norte a sur, donde zonas áridas y semiáridas están fuertemente afectadas. Además, esta escasez está en expansión. Por ejemplo, hace unas décadas era impensable que en comunas de la región de Los Ríos, por ejemplo, se repartiera agua en camiones aljibes a comunidades rurales en verano y eso hoy es una realidad”, agregó el profesional, destacando que además de los compromisos climáticos y la restauración de bosques, es necesario introducir mejoras en la gobernanza del agua en Chile.