La organización tuvo su primer hito el 2013 para dar respuesta a la necesidad de generar espacios para la gestión de residuos y para visibilizar la labor de las y los recicladores locales. Siete años después, cuenta con experiencia en el desarrollo de proyectos en basura cero, educación ambiental y ecosistemas. Hoy, en medio de la pandemia, su equipo espera retomar pronto el trabajo con las comunidades locales.
Hace siete años fundación El Árbol preparaba su primera actividad oficial, el lanzamiento de un sistema de reciclaje en un edificio de Concepción con el objetivo de integrar, visibilizar y promover la profesionalización de las y los recicladores de la región. En esa línea, han desarrollado su área de basura cero con experiencias creativas que invitan a fomentar el reciclaje inclusivo y a repensar nuestras formas de producción y consumo. A la fecha, cuentran entre sus logros haber contribuido al reciclaje de más de 24 toneladas de residuos, acompañar el proceso de formación de la primera asociación gremial de recicladores del Biobío y tener más de 100 recicladores como beneficiarios de sus proyectos y actividades.
Pero no todo es reciclaje en El Árbol, la misión de la fundación hoy es “Crear experiencias colaborativas de reflexión y transformación con el propósito de fomentar nuestra responsabilidad y acción ambiental como habitantes del Biobío”. En ese contexto, la trayectoria de El Árbol durante estos siete años también ha estado fuertemente marcada por sus planes de educación ambiental y su área de ecosistemas con reforestaciones comunitarias, restauración ecológica y arborizaciones urbanas, sumando más de 6.700 árboles nativos plantados y más de 40 jornadas de reforestación nativa.
Fundación El Árbol es una organización que nace y trabaja en la región del Biobío. Respecto a los desafíos que esto impone, Daniela Concha, directora ejecutiva, comenta que “la mayor dificultad radica en que Concepción es un centro urbano más pequeño que Santiago, que es donde se mueve la mayoría de los recursos”, pero al mismo tiempo, “es motivador porque el Biobío es una región que ha sido muy explotada y las relaciones sociales y económicas siempre han estado influenciadas por las condiciones productivas, por eso nos mueve buscar nuevas soluciones y promover la responsabilidad y acción ambiental para que se respeten los ciclos de la naturaleza y las personas.”
En estos días de pandemia, El Árbol trabaja en su iniciativa Toquemos tierra, no fondo, que incluye una serie de actividades y aprendizajes para seguir en contacto con la naturaleza desde la casa mientras se supera la emergencia por el Covid-19. Daniela Concha señala que “es una forma de seguir haciendo comunidad y retomar con más ganas el trabajo en terreno cuando pase la pandemia.” Agrega también que “extrañamos y esperamos retomar pronto los momentos donde se visualiza más claramente el impacto de nuestro trabajo, en especial con las personas y las comunidades como, por ejemplo, los momentos de cierre de las jornadas de restauración ecológica o los talleres, donde siempre terminamos con personas agradecidas por los aprendizajes y las experiencias vividas.”