“Hay que proteger el sector”, dice la familia aymara propietaria del bofedal donde se encontró la especie.
Ya es definitivo. El primer registro de ejemplares del sapito de cuatro ojos (Pleurodema marmorata) en la comuna de General Lagos, derivó en la confirmación de una población mayor, tras un nuevo hallazgo en el mismo bofedal de Cacanpalca, uno de los tres que está estudiando CONAF a través del Programa de monitoreo ambiental de humedales altoandinos privados, del proyecto Manejo sustentable de la tierra (MST).
Esta vez participó también del hallazgo la licenciada en Geografía Natalia Gutiérrez, profesional del convenio CONAF-CONADI, quien junto a Sebastian Vidal, ingeniero en Conservación de Recursos Naturales, encargado de Biodiversidad del MST, terminaban la jornada para el relevamiento de propiedades físico-químicas del agua, y en una última mirada decidieron revisar el sector del hallazgo hecho el 27 de agosto de este año, cuando “para sorpresa nuestra, encontramos 33 individuos en un margen menor a 300 metros cuadrados, en el mismo bofedal Cacanpalca, propiedad de la familia aymara de Fortunata Valdés Chura, en los alrededores del primer encuentro”, relata Vidal.
¿Se trataría entonces de una población estable?
“Así es, afirma Vidal, ya que en otros dos bofedales que hemos monitoreado, el Pisarata de la comuna de Putre y el de Parcohaylla en la comuna de Camarones, no vimos sapitos de cuatro ojos, pero sí otras especies propias de estos ambientes, también con problemas de conservación, como es el caso de la rana marmórea (Telmatobius marmoratus), que habita exclusivamente en bofedales. El de cuatro ojos combina el ecosistema acuático del bofedal con el terrestre”.
¿Qué importancia tiene la detección de este sapito en particular?
“Nos da un registro valioso de la presencia de esta especie en la comuna de General Lagos, ya que no se tenían registros tan al norte. Por otro lado, nos permite generar un panorama más clarificador de sus aspectos ecológicos, los que hasta ahora se desconocen o de los cuales se maneja poca información, considerando su estado ´En peligro´ y ´Rara´. Si establecemos medidas de conservación efectiva, podríamos cambiar esa realidad”.
Se ha indicado que su presencia o ausencia reflejan la sanidad de estos ecosistemas, ¿puedes explicar esto?
“Los anfibios durante sus estadios juveniles, controlarían la eutrofización de los cuerpos de agua en el altiplano. Es decir, consumen la materia orgánica excesiva, lo que permite que los cuerpos de agua se mantengan sin disturbio ni anegamiento con sus flujos principales funcionales”.
Desde el primer hallazgo CONAF ha incorporado a los residentes de la zona en este trabajo. Además del permiso que dan para monitorear sus bofedales, ¿de qué otra forma participan en el tema?
“Se han realizado actividades de educación y de sensibilización ambiental asociadas a la presencia de especies en peligro de extinción y la toma de conciencia de esa realidad, así como también sobre el rol de especies como el sapito de cuatro ojos en la mantención de los bofedales, la principal fuente de provisión hídrica en la zona altoandina. Es una relación de ida y vuelta pues existe retroalimentación y el relato de los residentes y de los actores locales, ha permitido también conocer áreas de distribución potencial u otros datos de importancia para los monitoreos”.
Por su parte, Leonel Flores, hijo de la señora Fortunata, a quien le consultamos su parecer sobre esta labor, nos comenta que “han hecho un trabajo impecable con la recuperación del bofedal y respecto de los sapitos creemos que hay que proteger el sector, unos cuantos metros para poder cuidarlos, y no tenemos problemas con eso. En mi época de infancia se veían muchos sapitos y eso cambió con el tiempo”.