Entrevista

Humberto Maturana: “Los seres humanos hacemos lo que ninguna tecnología puede realizar y es reflexionar”

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Fue uno de los científicos más citados en el Congreso del Futuro 2019, el evento de divulgación científica más importante de América Latina. En 1994 obtuvo el máximo galardón en Chile, gracias a su investigación en el área de la ciencias biológicas, en el campo de la percepción visual en vertebrados y por sus planteamientos acerca de la teoría del conocimiento, con la cual estudia la educación, comunicación y ecología.

Hoy y durante los últimos 20 años, Humberto Maturana, junto a Ximena Dávila, trabaja desde Matríztica, su escuela de pensamiento que ha estado a la vanguardia en el desarrollo del conocimiento y del entendimiento sobre la transformación e integración cultural de personas y organizaciones.

¿Cuál es su mirada de la juventud actual?

Los jóvenes están viviendo un momento histórico, están en una situación muy interesante porque se están dando cuenta que hemos cometido muchos errores a lo largo del tiempo, por lo tanto se requiere una nueva orientación, hacernos responsables de todo el ámbito de nuestra existencia humana, de la Tierra, de todos los seres vivos, una nueva mirada desde el punto de vista ecológico. No es que seamos únicos en el Cosmos, seguramente otros hay otros planetas con seres vivos, pero como nosotros, como los humanos, es menos frecuente.

¿Por qué?

Porque nosotros existimos en el lenguaje, en la reflexión y podemos escoger. Y eso es lo que pasa con los jóvenes, ya que se dieron cuenta que no quieren seguir haciendo algunas cosas que realizamos los mayores y que hoy están impactando y dañando seriamente nuestro entorno natural. El cambio climático es solo una expresión, pero el tema es bastante serio, hemos alterado los bosques y las condiciones de vida de una gran cantidad de seres vivos. Por lo tanto los jóvenes tienen la posibilidad de rechazar lo establecido, cambiar el rumbo y hacerse cargo de lo que hemos alterado y dañado.

¿Qué opina de la relación jóvenes – tecnología?

Tenemos que tener conciencia que la tecnología es un instrumento, no es una finalidad, no nos puede reemplazar, ya que los seres humanos hacemos lo que ninguna tecnología puede realizar y es reflexionar. Y si desarrollamos tecnología que haga algo parecido a “reflexión”, va a estar atrapada por no tener historia, simplemente es un robot.

Con las tecnologías, además, pareciera que reúnen a las personas, pero no es así. Y lo vemos hoy con el WhatsApp, ya que creemos que nos comunica a la distancia, pero en realidad nos separa, ya que no nos encontramos con las personas, mientras que los que están efectivamente a nuestro lado desaparecen. Estamos atrapados en el celular.

¿Cuál es su opinión del abuso del alcohol y drogas entre los jóvenes de nuestro país?

Creo que la gente busca bienestar con el alcohol y las drogas, piensan que consumiendo podrán ver o experimentar cosas nuevas. Cosas que creo nunca sucederán, porque siempre las personas estarán atrapadas al momento histórico que viven como individuos.

Por lo tanto el alcohol y las drogas no son una solución, son una trampa. ¿Por qué? Porque producen bienestar fisiológico, es rico, uno se siente bien y en la búsqueda de conservar esa satisfacción, la persona queda atrapada. Es un camino que si se recorre mucho, es difícil de dejar, por eso es importante que entre jóvenes conversen y los que han logrado salir de la dependencia, relatar las experiencias para remover más conciencias.

¿Y qué opina de la sexualidad de nuestros jóvenes? ¿Poca información y educación?

Tenemos mucha distancia entre las personas, entre los núcleos íntimos, conversamos poco, no nos encontramos, no nos respetamos, no nos escuchamos, hacemos pareja a través de la Internet, lo que genera una falta de respeto hacia el otro, porque no está, nunca está.

Por lo tanto no aparece la ternura, no aparece la sensualidad como fundamento del bienestar de la convivencia sexual. Se habla de la sexualidad como algo ajeno, puedes leer de la sexualidad de otros, ver en la red las prácticas sexuales de las personas, entonces desaparece lo fundamental, que es el encuentro persona a persona, lo multisensorial de ese encuentro que hace posible que a uno le importe lo que le pase al otro, porque si no me importa el otro, no me voy a cuidar con las cosas que me pasan a mí y que lo pueden dañar.

Hemos generado una tecnología que nos separa. El encuentro cercano de tomar una taza de café, conversar o darnos la mano, no es trivial, es fundamental, porque es parte de nuestro nexo cultural y biológico.

¿Cuál es su mirada frente a la violencia y al denominado bullying que existe en nuestra sociedad?

Tiene mucho que ver con la sociedad competitiva que estamos viviendo, uno tiene que ser mejor que el otro siempre. El niño que hace bullying lo hace frente a sus compañeros o amigos y ese es un juego de pretender ser mejor que el otro, de ser el matón, el más poderoso. Entonces esto se asocia con la sociedad competitiva que tenemos. Antes había consecuencias en los colegios o en los hogares cuando había este tipo de actos, hoy es parte del teatro de la competencia, es una práctica para demostrar que se es mejor.

Ximena Dávila y Matríztica

“Matríztica es una escuela de pensamiento al sur del mundo, donde lo que hacemos es biología cultural. Tenemos tres áreas fundamentales: formación, organizacional y del conocimiento, que es la arista académica, que está a cargo de la publicación de artículos, nuevos o recopilados, dado que uno de nuestros propósitos es realizar una serie donde vaya todo el trabajo que ha realizado Humberto y el que hemos efectuado en conjunto, como un acervo de lo que es el entendimiento y la biología cultural”, precisó Ximena Dávila, quien lleva casi dos décadas trabajando con el investigador nacional.

Cuando nos conocimos con Humberto, agregó, él venía realizando su trabajo como biólogo, con la llamada Teoría Biológica del Conocimiento, con renombrados libros publicados, como Máquinas de Seres Vivos y el Árbol del Conocimiento, escrito con el también científico chileno, Francisco Varela.

“Me encontré con ese Humberto, con el biólogo que hacía docencia en la Universidad de Chile, por lo tanto comencé a asistir a todas las charlas y conferencias que ofrecía. Lo leía, pero me costaba mucho, ya que no es fácil, por lo tanto me acerqué a la universidad, fui alumna en algunos pos títulos para comprender mejor su mirada”, agregó Dávila.

En ese momento (año 1990) su orientación era otra, aseguró Ximena, quien describió que “Humberto estaba enfocado en contestar la pregunta qué es lo vivo que muere, en cambio mi línea de interés era el dolor y el sufrimiento humano. Entonces me preguntaba cómo hacer que las personas en las organizaciones lo pasaran mejor, tuvieran un mayor bienestar, más felicidad”.

Lo conversamos con Humberto, recordó, incluso le dijo que se había dado cuenta que todo dolor es siempre de origen cultural, que el “siempre” es un cuantificador universal, cultural, por lo tanto se puede cambiar.

“¿Cómo se puede cambiar?, transformando la cultura y ¿cómo se transforma la cultura?, transformando el lenguaje y ¿cómo se transforma el lenguaje?, teniendo un entendimiento de qué es el lenguaje, cómo surge, y desde ahí, cómo surge el ser humano”, explicó Ximena Dávila.

“Luego de este análisis, conversamos con Humberto y lo invité a crear esta escuela Matríztica, que en sus casi 20 años ha tenido muchas transformaciones, de forma y fondo. Hoy estamos en un nuevo proceso, orientado más a lo que está pasando con los jóvenes. Nosotros no somos de la era de la tecnología, por lo tanto lo que nos conecta sin duda es la conversación, reflexionar, escucharnos, aprender a valorar la mirada de los jóvenes y que ellos reconozcan la experiencia de las personas mayores”.

Humberto Maturana nació el 14 de septiembre de 1928 en Santiago. Estudió en el Liceo Manuel de Salas y en 1950 ingresó a a Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. En 1954 se trasladó al University College London para estudiar anatomía y neurofisiología, gracias a una beca de la Fundación Rockefeller. En 1958 obtuvo el Doctorado en Biología de la Universidad Harvard, Estados Unidos.

Entre 1958 y 1960 se desempeñó como investigador asociado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica del Massachussets Institute of Technology (MIT). En 1960 volvió a Chile para desempeñarse como ayudante segundo en la cátedra de Biología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.

Entre 1965 y 2000 fue profesor titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la misma casa de estudios. En la década de 1970 creó y desarrolló junto a Francisco Varela el concepto de autopoiesis. En el año 2000 fundó junto a Ximena Dávila el Instituto de Formación Matríztica. (Fuente: Universidad de Chile, 2019).

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