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Anahí Gajardo, investigadora del centro CI²MA: “La comunidad científica es una unidad global, no individual”

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La profesional integra proyecto interdisciplinario que busca acercar la ciencia a la comunidad, fomentando el sentimiento de pertenencia de quienes habitan en La Agüita de Perdiz y el Barrio Universitario, respecto del Cerro Caracol, en Concepción.

“Hay una tremenda necesidad, pues la gente observa el cerro, ve cómo se desarrollan las plantas, los insectos que allí hay, se hacen preguntas, saben lo que les han contado sus abuelos y padres, los animales del cerro llegan a sus casas, los niños juegan en el cerro”. Así define la Dra. Anahí Gajardo Schulz la principal motivación para formular el proyecto Diálogos ciudadanos en el Alto Caracol: biocultura  urbana, que recientemente fue favorecido con un fondo de $ 5 millones ejecutables en un año, del programa Ciencia Pública de la División Ciencia y sociedad del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. 

Esta nueva línea de financiamiento estatal busca promover la socialización del conocimiento a través de actores e instituciones, del desarrollo de experiencias memorables y del trabajo con comunidades; contribuyendo a su apropiación social y, en este sentido, para la investigadora del Centro de Investigación en Ingeniería Matemática, CI²MA, el rol que debe cumplir la institucionalidad nacional es “fundamental, pues para qué quiere un país científicos si estos van a vivir en una torre de marfil. La población de la Agüita de la Perdiz es adyacente a la Universidad, lo lógico es que haya interacción”.  

En cuanto a la responsabilidad de los académicos con la divulgación científica, la también integrante del Departamento de Ingeniería Matemática de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Concepción, UdeC, afirma que, “por una parte, el rol es que la gente sepa en qué se gastan los recursos destinados a ciencia y desarrollo. Esto es importante, pues la gente está en su justo derecho de ponerlo en duda, o al menos de recibir algún beneficio visible de esa inversión. Por otra parte, la gobernabilidad de un país requiere que haya confianza en la ciencia, pues es la ciencia la herramienta que se usa para tomar muchas decisiones importantes, tales como aplicar vacunas a ciertas edades, o prohibir tal o cual producto porque se considera peligroso, entre otras” 

“Hoy en día”, detalla Gajardo, “las instituciones están en cuestionamiento, la ciencia también es cuestionada, y eso genera incertidumbre y desconfianza. Entonces, los científicos y científicas nos tenemos que acercar a la sociedad y, con respeto, ponernos a disposición para aclarar las dudas, para intercambiar conocimientos, para enterarnos también de cuáles son las problemáticas que les aquejan, pues la ciencia mira en el largo plazo, pero también el tiempo presente le debe importar, sobre todo en tiempos como los actuales en los que el largo plazo no se ve muy auspicioso”, afirma.  

En cuanto a la responsabilidad particular de científicas y científicos de realizar divulgación científica, Gajardo opina que “esto no es siempre posible, y no siempre tiene sentido hacerlo de manera literal. Si el trabajo que una hace es muy abstracto o muy preciso, muy de punta, a nadie le va a interesar lo que una cuente, y puede que hasta sea contraproducente, pues el valor del trabajo científico es un poco como el del artista, cobra sentido sólo dentro del contexto del desarrollo científico en que se encuentra. Sólo algunos descubrimientos resultan de evidencia obvia para el público general, la mayoría no, y no es que no tengan valor, si no que para apreciarlos se necesita estar ‘en la sopa’ donde ese conocimiento se desarrolla”, detalla.  

“Sin embargo”, continúa, “una puede intentar transmitir la relevancia del área de estudio en la cual una está, y por qué, de una u otra manera, ésta tiene trascendencia para todos los seres humanos. Pues entonces, trabajando en esa área, una está haciendo avanzar algo que en su conjunto es importante. No todos los científicos tienen pasta de comunicadores, eso es un don y un arte que se cultiva, no es necesario que todos lo hagan, pero entonces quienes lo hacen, deben divulgar el trabajo de quienes no lo hacen. La comunidad científica es una unidad global, no individual, ni nacional”, sostiene. 

En la ejecución del proyecto Diálogos ciudadanos en el Alto Caracol: biocultura urbana, se realizará una serie de talleres que la académica denomina “diálogos del saber”. “Lo que se busca”, explica, “es acercar a dos poblaciones separadas: la científica y la barrial. Hacerlas conocerse, compartir lo que saben, lo que experimentan, compartir visiones de mundo, para enriquecerse mutuamente” 

Los talleres estarán orientados en torno a cinco temas centrales: Biodiversidad, Alimentación, Leña, Agua y Tradiciones. “Serán diez diálogos, cinco destinados a niñas y niños, y los demás destinados a familias y adultos. Cada taller será liderado por una pobladora o poblador y una científica o científico”, detalla la académica UdeC. 

En cuanto al uso de los recursos obtenidos, Gajardo explica que “se destinarán a comprar microscopios de papel, algunos reactivos y material de laboratorio, además de cocaví, pues cada taller incluye una excursión por el cerro. Pero la mayor inversión será en recursos humanos, ya que se realizará un mapa del cerro, con hitos claves de lo que hayamos aprendido, el cual se imprimirá y distribuirá en la comunidad”.  

El proyecto obtuvo la puntuación más alta de los adjudicados a nivel nacional en la categoría III del concurso, denominada Desarrollo y Difusión de Conocimiento Local, que favorece el trabajo con una organización social local como beneficiaria. “En nuestro caso, es la Junta de Vecinos Agüita de la Perdiz”, detalla la científica, quien explica que en la iniciativa también participan Beatriz Cid (Sociología UdeC), Verónica Oliveros (Geología UdeC),  y que “el equipo incluye a Carolina Rebolledo, actual presidenta de la Junta de Vecinos Agüita de la Perdiz; Graciela Silva, Directora del Jardín Infantil y Centro Comunitario Luterano Los Sobrinitos; y Roberto Pacheco, pedagogo, y cuenta además con el apoyo de varios colegios del barrio, y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable, Cedeus, de la Pontificia U. Católica de Chile y la UdeC”. 

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