El Luchecillo está ausente en 80 kilómetros de riberas observadas y la transparencia del agua es aproximadamente 5 veces más baja en las aguas del humedal. Además, UACh entrega al Consejo de Defensa del Estado el informe final del Monitoreo al Humedal del Río Cruces, que comprende estudios realizados durante los últimos cinco años.
Un cambio de color en el agua en torno al Santuario de la Naturaleza generó alarma en la comunidad valdiviana, dado que aún está en la retina lo sucedido durante el año 2004. Casi 10 años después de aquellos eventos, la sentencia judicial (2013) determinó que la Universidad Austral de Chile, mantenga bajo su alero dos de las medidas emanadas de esa instancia judicial -el Programa de Monitoreo del humedal, a cargo del Dr. Eduardo Jaramillo (Facultad de Ciencias UACh) y la creación y puesta en marcha del Centro de Humedales Río Cruces (CEHUM)- ambos equipos de científicos, hoy coordinados en una mesa de trabajo liderado por la Vicerrectoría de Investigación, Desarrollo y Creación Artística (VIDCA), se han reunido con el fin de compartir datos preexistentes, acciones y elaborar hipótesis de las posibles causas.
El Vicerrector, Dr. Luis Vargas, señaló que esta investigación está actualmente en curso, añadiendo que, en paralelo, “estamos dando respuesta a las solicitudes del Consejo de Defensa del Estado, entregando el informe final del monitoreo que comprende los estudios realizados hasta el 2020. En los próximos días también haremos llegar a dicha instancia la totalidad de las bases de datos asociadas a este proceso”, indicó.
A su vez, el Director Ejecutivo del CEHUM, Dr. Ignacio Rodríguez, manifestó la total disposición para comunicar los resultados y data disponible a la fecha. “Desde fines de octubre, hemos generado diversas instancias para analizar información y contrastarla con la información generada por los proyectos de investigación y que hemos recolectado desde entonces, teniendo ya los primeros datos”, explicó.
Por su parte, la Decana de la Facultad de Ciencias UACh, Dra. Leyla Cárdenas, señaló que se han intensificado los estudios en el humedal para determinar las posibles causas de estos eventos.
“Los investigadores del CEHUM y de la Facultad de Ciencias se están coordinando para dar respuestas a lo que está sucediendo en el humedal. Es muy importarte contestar a la comunidad con información pertinente y actual, y es muy probable también que no podamos entregar una causa a corto plazo, pero en todo nivel hemos sido enfáticos en que es parte de nuestra misión institucional llegar al fondo y explicar con claridad lo sucedido”, resaltó la Decana.
Estado actual y monitoreo permanente
El equipo de monitoreo, encabezado por el ecólogo Dr. Eduardo Jaramillo comenzó a detectar ausencia o disminución significativa de la cobertura de luchecillo en fondos someros que, con anterioridad a agosto de 2020, se caracterizaban por presentar una abundante cobertura de esta macrófita acuática, razón por la cual se intensificaron las observaciones en terreno.
Ya en el mes de octubre, el equipo reporta una disminución de la cobertura de luchecillo en el humedal y una alta carga sedimentaria, lo cual se evidencia por su color café y poca transparencia. Por esta razón se realizaron vuelos de dron entre el 16 y 23 de octubre y el 13 y 16 de noviembre, sumado a recorridos presenciales por las riberas de los ríos Cruces, Chorocamayo, Nanihue, Cudico, Pichoy, Cayumapu, Santa María, Tambillo y San Ramón. El equipo de científicos da cuenta que el luchecillo estuvo ausente en aproximadamente el 45% de esas riberas (80 km); luchecillo presente con aspecto saludable en aproximadamente el 15 % de las mismas (26 km). Por otra parte, aproximadamente el 24% (42km) estuvo representado por plantas de color ocre con alta carga de sedimentos sobre sus hojas y tallos, muchos de ellos ramoneados por acción de los cisnes, y finalmente el 17% de las riberas (29 km) corresponde a restos de plantas que emergen escasos centímetros del sustrato, que tienen color parduzco oscuro o negro, según reportan los expertos.
En coherencia con lo anterior, entre los días 19 y 22 de noviembre del presente año se obtuvieron muestras de agua dentro y fuera del humedal, para estimaciones de carga de sólidos particulados y transparencia del líquido. “Las primeras estimaciones muestran que las concentraciones de sólidos particulados totales fueron aproximadamente 15 veces más altas que las del río Calle Calle (fuera del humedal), donde el estado del Luchecillo es saludable y ofrece una cobertura similar a la observada durante los últimos años. A su vez, la transparencia del agua fue aproximadamente 5 veces más baja en las aguas del humedal”, señaló el Dr. Jaramillo.
Sobre los Cisnes de Cuello Negro
Gracias al proyecto de seguimiento de cisnes de cuello negro que lidera el Dr. Juan Navedo, ha sido posible realizar una primera evaluación del estado de éstos. En este sentido, el científico explica que “en coordinación con CONAF, hemos realizado un muestreo de emergencia durante esta semana para capturar cisnes adultos de forma aleatoria y los hemos comparado con datos obtenidos de cisnes adultos en las mismas zonas, la misma semana de 2018. Aunque representa una única muestra a la que habrá que seguir incorporando los datos de próximos muestreos, podemos decir que no se ve ningún cambio en el peso corregido por el tamaño de los animales, una medida fidedigna de su estado nutricional aparente. Además, se han tomado muestras de diferentes tejidos y los resultados de las analíticas sustentarán el estado fisiológico de los animales”.
En relación con la diferencia aparente en la cantidad de cisnes actualmente en el Humedal del Río Cruces, el Dr. Navedo explica que “las poblaciones de aves acuáticas, como los cisnes o las taguas, siguen ritmos estacionales y utilizan a lo largo del año diferentes humedales que conectan sus poblaciones y les permiten completar las diferentes etapas de sus ciclos de vida. Los desplazamientos de varios cisnes equipados con dispositivos GPS hacia otros humedales localizados a varios cientos de kilómetros de distancia del Santuario lo corroboran”.
Para el Dr. Navedo, las variaciones en las abundancias -o fenología- que se observan en cualquier humedal a lo largo del año suelen ser predecibles. “En el caso de los cisnes de cuello negro en el Santuario, sus máximos de abundancia anual han ocurrido en abril en los últimos cuatro años, seguido de un descenso a mínimos en agosto y septiembre, para volver a aumentar a partir de octubre”, indicó.
Las cifras son corroboradas por el censo que realiza CONAF donde se registra un descenso entre julio y septiembre en relación con los meses anteriores y un leve aumento en octubre, que debería mantenerse en los próximos meses. Por ello, a juicio del científico las cifras están dentro de las variaciones esperables en relación con los números observados en años previos y la fenología de la especie. “Gracias a este proyecto pionero de seguimiento de cisnes desarrollado por el CEHUM en colaboración con CONAF, en las próximas semanas se dispondrá de nueva información sobre los cisnes que permitirá seguir avanzando en la comprensión de las causas del evento observado en el humedal y, lo más importante, permitirá informar oportunamente a las autoridades competentes y a la ciudadanía en el caso de que ocurran cambios en las poblaciones de cisnes, según lo indique el seguimiento de los cisnes equipados con GPS”, puntualizó el Dr. Navedo.
Sobre lo mismo, el Dr. Eduardo Jaramillo planteó que en el periodo mayo-noviembre se han detectado 459 cadáveres de cisnes de cuello negro con indicios de haber sufrido ataques de lobos marinos, de los cuales 18 se han reportado durante el mes de noviembre.
Una vez que se consoliden los datos y resultados de los estudios que están en ejecución, dicha información será entregada a las instancias que corresponden y se compartirá con la comunidad. En ese sentido, la mesa de expertos ha sido enfática en señalar que aún no es prudente formular una hipótesis concreta de este nuevo cambio ambiental.