Además de su valor intrínseco, este mamífero es clave para la salud de los océanos, ya que su excremento enriquece distintos ecosistemas marinos y también su presencia en ellos regula la presencia de plancton con su alimentación. La invitación desde la Corporación Amigos de los Parques es a descubrirlas, quererlas y avanzar en los desafíos de conservación que permitirán su protección.
El Día Mundial de las Ballenas recuerda el día en que la Comisión Ballenera Internacional (CBI) prohibió la pesca industrial de estos cetáceos presentes en los océanos del mundo. Esto se hizo luego de que la caza indiscriminada ocasionó la extinción de algunas especies. Si bien su caza ha disminuido considerablemente en las últimas décadas, esta situación persiste y se suma a otras amenazas como las colisiones letales con embarcaciones. Según una reciente publicación del equipo científico del Centro Ballena Azul aparecido en la revista Scientific Reports, la definición de áreas prioritarias y la evaluación de riesgos es de suma importancia para la conservación de especies en peligro. En el caso de la ballena azul (Balaenoptera musculus), su objetivo fue «evaluar los impulsores de la selección del hábitat ambiental, las áreas prioritarias para la conservación y la superposición con el tráfico de embarcaciones en el norte de la Patagonia chilena».
Compleja relación entre humanidad y ballenas
Las ballenas fueron muy apetecidas comercialmente debido a los distintos productos que se pueden obtener de ellas: carnes, aceites para velas y materia prima para productos de belleza. Además en el siglo XIX la caza de este cetáceo creció muchísimo, ya que se perfeccionaron las tecnologías de caza como los arpones. En el caso de Chile, desde el siglo XVIII, empresas extranjeras que venían de Francia, Estados Unidos e Inglaterra comenzaron a cazar ballenas y no se detuvieron hasta que Chile adhirió a la Comisión Ballenera Internacional.
Otra amenaza que afecta a los cetáceos es la contaminación marítima provocada principalmente por los desechos plásticos. Según reporta Pacto Global, hoy se estima que 8 millones de toneladas de plásticos terminan en el mar cada año. Se han observado las consecuencias de la acumulación de este material y se ha detectado que la fauna marina sufre asfixia, estrangulación y desnutrición. En el caso de las ballenas, se han reportado casos en el que han muerto de hambre por obstrucción de su sistema digestivo.
Además de su valor intrínseco, este mamífero es clave para la salud de los océanos, ya que su excremento enriquece distintos ecosistemas marinos y también su presencia en ellos regula la presencia de plancton con su alimentación.
La invitación desde Amigos de los Parques es a descubrir, quererlas y a avanzar en los desafíos de conservación que permitirán su protección.
Crédito de la fotografía: Gregor Stipicic