Carlos Eduardo Ibarra Rebolledo
Director de Pedagogía de Educación Media en Historia y Geografía
Universidad San Sebastián
Varios son los ámbitos en los cuales se destacan las mujeres en la historia. En el caso americano, desde tiempos coloniales, se las señala como las guardianas de la tradición cristiana occidental, pues tradicionalmente los hombres estaban encargados de la guerra, aunque hay varios ejemplos de valientes vecinas – soldados en esos tiempos.
Posteriormente, su acceso a la educación fue un paso importante, que les brindó un grado de autovalencia económica desconocida en el siglo XIX. Así, hubo muchas mujeres profesoras, a la que seguirían enfermeras, médicas, abogadas, etc. ayudando a engrosar las filas de profesionales que han colaborado con el progreso del país desde las más diversas ramas del conocimiento, oficios y profesiones. Sin embargo, han existido planos en los cuales el rol femenino ha sido más discriminado. Uno de ellos es el político, donde varias heroínas (como Elena Caffarena) lograron, por ejemplo, el derecho a votar, a ser elegidas e incluso a gobernar países como Margaret Thatcher en el Reino Unido, quien cogobernó con la reina Elizabeth II, o Ángela Merkel, en Alemania. En el caso Latinoamericano, la primera mujer presidenta fue Violeta Barrios de Chamorro (Nicaragua, 1990-1997), aunque en Argentina nadie desconoce el rol e influencia de Eva Duarte durante el mandado de su marido, Juan Domingo Perón (1945-1952). A Barrios, le siguieron como primeras mandatarias de sus respectivas naciones Michelle Bachelet (Chile, 2006-2010 y 2014-2018) y Cristina Fernández (Argentina, 2007-2015), esta última hoy vicepresidenta de la hermana república.
Pero queda aún por hacer. Ello dice relación con el segundo aspecto que quiero destacar: el salarial (si bien en el político también hay inequidades). Las demandas por mejoras de sueldos son de antigua data. Desde la Revolución Industrial en su etapa culmen (fines del siglo XIX), la mujer tiene este anhelo, que ha contado con algunos actos simbólicos (como en Hollywood, donde los actores se niegan a rodar si no se iguala su sueldo al de sus compañeras de trabajo). Asimismo, la paridad en los empleos está al debe, es decir, pocas mujeres en proporción a los varones. No obstante, los albores del siglo XXI dan esperanza de que varias de estas demandas sean finalmente concretadas en hechos, en un acto de justicia social que no debe sorprendernos a estas alturas. Si nos gloriamos de ser sociedades modernas, progresistas y con visión de futuro, este es uno de los aspectos que debe involucrar a todos los actores sociales para alcanzar un desarrollo de una comunidad más justa, equitativa y en paz.