El árbol es la postura de yoga más conocida con un nombre alusivo a la naturaleza. Pero también existen la montaña, la flor de loto, el águila y la cobra, entre muchas otras.
Las evocaciones del entorno natural han sido constantes durante miles de años en la práctica del yoga y podrían atribuirse a que las imágenes de la naturaleza son simples y a que todos las conocen y pueden relacionarse con ellas. Sin embargo, esta atribución podría quedarse en lo superficial, en realidad la relación entre yoga y naturaleza es más profunda.
Yoga es una palabra en sánscrito que significa unión, la unión del cuerpo y la mente, la unión del ser humano y su entorno, la unión de la persona y el universo.
Tradicionalmente, el yoga nos ha alertado de la interdependencia del género humano y la naturaleza. El sólo hecho de hacer a las personas conscientes de su respiración es una manera de vincularlas con su propia naturaleza y con su medio. De alguna manera, hacer yoga ha tenido siempre una dimensión ecológica que, no obstante, en la vida moderna llega a ignorarse cuando se piensa que se trata nada más de un ejercicio físico.
El yoga es mucho más que eso, es una disciplina que ayuda a cambiar el estilo de vida de quien la practica y sus beneficios trascienden el cuerpo y la salud de la persona, alcanzando a su entorno. Más aún, el yoga puede ayudar a proteger ese entorno y a hacer frente al cambio climático que amenaza al planeta.
Ahmed Soliman lo sabe. Biólogo y científico del medio ambiente, optó por dedicarse a ser maestro de yoga de tiempo completo. Con una trayectoria también de activista de la justicia social y causas medioambientales y de educación ecológica, está convencido de que el yoga puede hacer una diferencia y cambiar los comportamientos destructivos del planeta.
“Sé que puede sonar esotérico, pero practicar yoga ayuda a las personas a entender mucho mejor quiénes son. Al entenderlo y sentirnos bien con nosotros mismos, no buscamos gratificaciones excesivas y con esto nos hacemos conscientes de la naturaleza y el medio ambiente también”, dice.
Yoga y medio ambiente
El Día Internacional del Yoga se dedica este año a la respuesta al cambio climático. Es la quinta celebración de la jornada cada 21 de junio, luego de que la Asamblea General de la ONU obtuviera el histórico voto unánime de sus 193 Estados miembros para instituirla a partir de 2015.
En estos cinco años, la reacción internacional frente a este Día ha superado las expectativas, asevera Syed Akbaruddin, embajador ante las Naciones Unidas de la India, el país patrocinador de la iniciativa.
“Quizá sea el Día Internacional celebrado con mayor entusiasmo a nivel mundial. El entusiasmo crece más allá de un país, grupo o grupo de países. Es un fenómeno global, cuya popularidad ha aumentado”, subraya el diplomático, quien afirma que el yoga es parte de la corriente de la sociedad civil que busca modelos más saludables en todos los terrenos.
¿Por qué se eligió la acción contra el cambio climático este año para marcar el Día internacional? “La respuesta a ese evento ya no es un lujo sino una necesidad”, responde el embajador.
“Globalmente hay una mayor conciencia del impacto que el cambio climático está teniendo en nuestras vidas y de la necesidad de hacer algo al respecto. Desde nuestra perspectiva, el enfoque sostenible que tiene el yoga es clave para un estilo de vida que puede ayudar en la respuesta al cambio climático”, dice Syed Akbaruddin.
Encontrar el equilibrio
¿Y cómo es que el yoga infunde esta conciencia y deseo de sostenibilidad? ¿Qué tiene que ver pararse de cabeza con el futuro del planeta?
Ahmed Soliman lo explica así: “Como biólogo y científico del medio ambiente, tras haber estudiado y trabajado profesionalmente en ese campo, si hay algo que puedo asegurar es que para que un ecosistema funcione correctamente hace falta un equilibrio. No podemos ir a un extremo o a otro.”
Nacido en El Cairo, Egipto, Ahmed trabajó en el estado de California y con el gobierno federal de Estados Unidos. Ahí, parte de su labor era proteger las especies y los hábitats amenazados, por ello sabe que ni siquiera en esos casos de riesgo se debe sobreproteger o centrar toda la atención y energía en las especies en cuestión porque eso afectaría a otras especies y hábitats, alterando el equilibrio.
“Para que los ecosistemas y las especies se desarrollen en la naturaleza debe haber cierto equilibrio. Lo mismo pasa con el yoga. El yoga nos enseña a encontrar el centro, a ser equilibrados, a no ir a los extremos. La mejor opción es la del centro, la del equilibrio.”
Esta búsqueda de equilibrio empieza en el tapete, haciendo las posturas. Poco a poco, a medida que se sigue practicando yoga, el estado contemplativo de bienestar que se logra con la respiración empieza a instalarse en la vida cotidiana y esto a su vez conduce a cambiar ciertos hábitos y costumbres dañinas que también perjudican al medio ambiente, como el consumo excesivo de energías contaminantes o el uso indiscriminado de plásticos.
Las posturas de yoga hacen evidente la importancia del equilibrio en todos los aspectos de la vida. Ahmed cita un ejemplo muy gráfico: pararse de manos.
“En sánskrito, la lengua del yoga, se dice Adho Mukha Vrksasana, que se traduce como árbol de cabeza. Si miramos la forma de esta pose y vemos cómo un árbol está enraizado en el suelo, cómo su tronco se yergue firme y cómo las ramas salen de él, entendemos que es esa forma la que debemos tener al pararnos de manos: necesitamos la sensación de una base firme con nuestras manos en el suelo, los hombros fuertes y los brazos rectos para encontrar nuestro equilibrio y poder sostenernos en esa posición invertida.”
Cambiar los excesos por hábitos sostenibles
Actualmente, ante el avance del cambio climático, gran parte de la humanidad se empeña en frenar el fenómeno para evitar una catástrofe que podría acabar con el planeta. Es en esta batalla donde el yoga puede ser útil, insiste Ahmed.
“¿Qué nos hace responder al cambio climático? Preguntémonos eso antes que nada. El fenómeno es el resultado de haber llevado nuestras prácticas al extremo. En este momento, la principal causa del calentamiento global es el incremento de los gases de efecto invernadero. Esto se debe a la industrialización, al esmog, a la contaminación. Y en conjunto responde a prácticas excesivas que van a un extremo u otro sin ningún equilibrio. El yoga nos enseña cómo encontrar el equilibrio. El equilibrio dentro de nosotros, dentro de nuestra comunidad tanto humana como medioambiental.”
El cambio climático avanza y la necesidad de mitigarlo es urgente, coincide el embajador Akbaruddin.
“Las sequías, los incendios, los tifones, los tornados son la nueva normalidad. Como seres humanos tenemos que fijar metas más altas para que nuestras actividades y estilos de vida sean más sostenibles, ya sea no utilizando plásticos desechables, no usando agua de forma indiscriminada o con pequeñas acciones para hacer nuestro estilo de vida más sostenible, todos podemos contribuir. Como habitantes del planeta, todos debemos contribuir porque éste es el único planeta que tenemos”, afirma.
Conectar el yoga con la conciencia ambiental nos beneficia a todos. Practicar yoga genera nuevas formas de pensamiento y el futuro del mundo depende de las nuevas ideas de sostenibilidad, de entender que el modelo actual no es viable y que cambiarlo no se contrapone al desarrollo.
Como científico y yogui, Ahmed Soliman dice que combatir el cambio climático no es detener la producción o prohibir que la gente maneje un coche, sino implementar prácticas que permitan mantener los recursos en lugar de agotarlos.
“Utilizar los recursos de manera sostenible resolvería el desafío que afrontamos hoy con el cambio climático. El yoga nos enseña cómo ser sostenibles en nuestra vida diaria, con prácticas que hacen sostenible la salud, la prosperidad, la tranquilidad, la felicidad y demás. Ser yogui, ser consciente, luchar por la sostenibilidad nos puede ayudar a resolver los retos climáticos que enfrentamos.”
Respirar basta para hacer yoga
Y, ¿qué necesitamos para hacer yoga? ¿cierta edad, peso, fuerza o flexibilidad? No, dice Ahmed, quien envía un mensaje para este Día Internacional del Yoga.
“Se pueden hacer muchas cosas para trabajar con nuestros cuerpos tal y como son. No hace falta ser una persona que se puede doblar mucho o que es muy fuerte para decir que es un yogui. El yoga es un estilo de vida, no es una práctica competitiva, todo el mundo puede hacer yoga. No importa la edad ni la condición física, quien puede respirar puede hacer yoga, es tan simple como eso”.