Unos 155 millones de personas se enfrentaron a niveles graves de inseguridad alimentaria en 2020 a causa de conflictos y dificultades económicas, entre ellas las vinculadas a fenómenos meteorológicos extremos y a la COVID-19, según revela este miércoles un informe elaborado por una alianza internacional de las Naciones Unidas, la Unión Europea y organismos gubernamentales y no gubernamentales
El estudio de la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias (GNAFC, por sus siglas en inglés) destaca que hacía cinco años que los niveles de hambre no eran tan graves en los 55 países analizados en 2020. Alcanzar la cifra de 155 millones supone un aumento de unos 20 millones de personas con respecto al año anterior, y plantea una cruda advertencia sobre una tendencia preocupante: la inseguridad alimentaria aguda ha mantenido su incesante aumento desde 2017, la primera edición del informe.
Los países de África siguen sufriendo de forma desproporcionada la inseguridad alimentaria aguda. Los conflictos empujaron a casi 100 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda, seguidos por los choques económicos (40 millones) y los extremos climáticos (16 millones).
Los conflictos y el hambre, un círculo vicioso difícil de atajar
“Los conflictos y el hambre se complementan entre sí. Tenemos que abordarlos conjuntamente para resolverlos… Debemos hacer todo lo posible para poner fin a este círculo vicioso. Resolver el problema del hambre es la base para la estabilidad y la paz”, dijo el Secretario Generalde la ONU, António Guterres, en el informe.
Partiendo de la escala de inseguridad alimentaria aguda de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases, el estudio de la Red reveló que los países más afectados fueron Burkina Faso, Sudán del Sur y Yemen.
En estas naciones, unas 133.000 personas sufrieron el nivel más alto de inseguridad alimentaria y necesitaban una acción urgente para evitar la muerte generalizada y el colapso de los medios de vida.
Al menos otros 28 millones de personas se encontraban “a un paso de la inanición” en 38 países y territorios, donde la actuación urgente salvó vidas y medios de subsistencia, y evitó la propagación de la hambruna.
Cerca de 98 millones de personas que sufrieron esta carencia alimentaria en 2020 – o dos de cada tres – vivían en el continente africano. Otras partes del mundo que resultaron gravemente afectadas fueron Yemen, Afganistán, Siria y Haití que figuran entre las diez peores crisis alimentarias del año pasado.
En Centroamérica y Haití más de 11,8 millones de personas sufrieron una situación de crisis alimentaria. PMA/Annabel SymingtonEl Programa Mundial de Alimentos proporciona asistencia alimentaria a los desplazados internos en Mokha (Yemen).
Más de 75 millones de niños menores de cinco años sufrieron retraso en el crecimiento
Durante los cinco años de informes de la Red 39 países o territorios sufrieron crisis alimentarias. Entre 2016 y 2020, la población afectada por altos niveles de inseguridad alimentaria aguda aumentó de 94 a 147 millones.
Además, en los 55 países o territorios en crisis alimentaria que abarca el informe, más de 75 millones de niños menores de cinco años sufrieron retraso en el crecimiento (demasiado bajos) y más de 15 mostraron signos de emaciación (demasiado delgados).
Aunque los conflictos seguirán siendo el principal motor de las crisis alimentarias durante 2021, el COVID-19 y sus medidas de contención, así como los fenómenos meteorológicos extremos, seguirán agravando la inseguridad alimentaria aguda en las economías frágiles.
Conseguir alimentos para 8500 millones de personas
El informe de la Red indica que “la pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema alimentario mundial y la necesidad de contar con sistemas más equitativos, sostenibles y resistentes para alimentar de forma nutritiva y constante a 8500 millones de personas de aquí a 2030”.
“Es necesaria una transformación radical de nuestros sistemas agroalimentarios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible“, afirmaron en un comunicado la Unión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el Programa Mundial de Alimentos -miembros fundadores de la Red Mundial- junto a la agencia estadounidense de desarrollo internacional, USAID.
En marzo de 2021, el Secretario General de la ONU estableció un grupo de trabajo para la prevención de la hambruna, dirigido por el jefe de ayuda de emergencia de la ONU, Mark Lowcock, junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el Programa Mundial de Alimentos y el apoyo de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios y otras agencias de la ONU, así como oenegés asociadas.
El grupo de trabajo tiene como objetivo prestar una atención coordinada y de alto nivel a la prevención de la hambruna y movilizar el apoyo a los países más afectados.Para estar informado de la actualidad internacional, subscríbete a nuestro boletín