A más de un año de iniciada la pandemia, muchos son los lugares de trabajo que evalúan la posibilidad de reiniciar labores presenciales, sobre todo establecimientos comerciales. Entre las medidas sanitarias de resguardo que se deben mantener en este tipo de espacios, se incluyen los aforos restringidos, el uso obligatorio de mascarillas y distancia física entre las personas, pero también la ventilación de los espacios. Las profesoras de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Soledad Martínez y Paulina Pino, explican la importancia de la ventilación y evitar la concentración de gases como el CO2.
El próximo 20 de junio comienza el invierno en el Hemisferio Sur, período en el que las personas pasan más tiempo encerradas en sus casas o lugares de trabajo. Frente a esta realidad, y a la situación crítica que aún vivimos frente a la pandemia e a Chile, la ventilación de los espacios cobra relevancia por el alto riesgo que existe de contagiarse con el virus suspendido en el aire que permanece en estos espacios cerrados con alta concentración de gente.
La profesora Soledad Martínez, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, explicó que para evaluar la ventilación de un espacio se mide la presencia de dióxido de carbono (CO2). “Si bien es cierto que no hay relación entre la presencia de CO2 en el ambiente y el COVID-19, en el sentido de que la presencia del primero no vuelve más fuerte al segundo ni nada, sí sirve como un indicador para medir si la ventilación de un espacio es buena o mala, para evitar concentraciones del virus que puedan representar un riesgo”.
En este sentido, destacó que en la medida que los niveles de CO2 se mantengan bajos en una oficina, un negocio o una sala de clases el virus se diluirá en el aire, reduciendo las posibilidades de que las personas que se encuentran ahí se contagien. Por esta razón, valoró positivamente el propotipo creado en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la U. de Chile para medir el riesgo de contagio en un lugar a partir de la concentración de este gas.
La académica, quien participó en la elaboración del documento “Escuelas Seguras en tiempos del COVID-19“, indicó que en el caso de instalar este tipo de instrumentos es importante fijarse bien en el lugar, ya que no es lo mismo medirlo en la zona alta que a nivel del suelo, y que incluso en salas grandes puede que sea necesario instalar dos medidores, tal como se explica en la publicación.
“Hay que tener presente que todas estas recomendaciones sirven sobre todo para gente que se va a juntar con personas que no son sus contactos estrechos, por ejemplo, si yo trabajo en mi casa y estoy solo con mi familia, no es tan necesario instalar estos medidores, como sí es el caso de personas que deben trabajar presencialmente en una oficina, donde se debe estar en lugares bien ventilados”, remarcó.
Junto con ello, la Dra. en Salud Pública aseguró que hay que tener ojo con la recirculación del aire, por ejemplo en espacios que tengan aire acondicionado, ya que el virus se concentra, por lo que es importante abrir las ventanas cada cierto tiempo para que se diluya. “Lo que no se puede hacer es dejar de usar mascarilla o mantener distancia física con las personas. Quizás lo menos necesario sea la limpieza de la superficie, aunque el lavado de manos y el uso de alcohol gel si es necesario”, finalizó.
El peligro del dióxido de carbono
Pero la atención sobre el CO2 no tiene que ver solo con la posibilidad de contagiarse con COVID-19. La profesora Paulina Pino, de la misma unidad académica, advirtió que sobre todo en invierno, cuando en muchos hogares se utiliza calefacción por combustión o cocinas a leñas, es muy necesario mantener los espacios ventilados, más aún cuando la población pasa más tiempo en sus hogares debido a las restricciones de movimiento.
“Hay que recordar que una inhalación constante de este gas puede provocar distintos efectos, desde dolor de cabeza y mareos hasta asfixia, convulsiones, coma y el fallecimiento, por lo que es muy importante que estemos atentos”, afirmó la profesora Pino.
Al respecto, hizo hincapié en que cuando se genera combustión el nivel de oxígeno en el área disminuye, y que la acumulación de estos gases sucede de forma rápida, aunque también es sencillo sacarlos del ambiente. “Si bien en Chile estamos acostumbrados a ventilar temprano abriendo las ventanas, no es necesario hacerlo todo el día, basta que haya una entrada de aire para mantener bajos los riesgos. Pero si hay un calefont o una estufa funcionando y no hay escape de aire, puede ser complicado”.
Texto: Felipe Ramírez
Prensa UChile