JORGE CAMPOS NARANJO, TM, Mg Cs
Jefe de Carrera Laboratorista Clínico y Banco de Sangre Concepción-Chillán
Instituto Profesional Virginio Gómez
Al momento de escribir este artículo Chile se convirtió en el cuarto país en América Latina en confirmar la presencia de la variante Delta, lo cual, obviamente es una preocupación para el Ministerio de Salud a pesar de la vacunación de más del 50 % de la población susceptible.
Con el paso del tiempo, el conjunto de instrucciones genéticas (genoma) de todos los virus van acumulando mutaciones. Ahora bien, la regularidad de acumulación de mutaciones y los resultados para la transmisión y la enfermedad en la población de huéspedes dependen de una variedad de factores, incluida la frecuencia en la que se producen nuevas mutaciones en un gen (tasa de mutación) y los impactos de la mutación en la fisiopatología viral, tanto en el paciente como entre pacientes individuales.
La unión de todos los factores mencionados anteriormente establece la aparición y propagación de variantes virales y, también, la evolución de las pandemias. Los genomas de los virus de ARN son particularmente propensos a la mutación y ese es el caso del SARS-CoV-2, por lo que está mutando y creando variantes divergentes al alterarse la composición de los constituyentes fundamentales de las proteínas (aminoácidos) que componen el armazón del virus, y esto que puede sonar algo tan técnico se puede traducir en que el virus avanza rápidamente, o lo suficiente para hacerse difícil de controlar a pesar de los esfuerzos médicos y científicos alrededor del mundo.
En la India, que se ha visto muy afectada por esta pandemia, se ha comunicado que el promedio de mutaciones por muestra para hombres y mujeres fue de 2,56 y 2,88 respectivamente. Al analizarlas por su distribución geográfica, y registrar un comportamiento no uniforme de las mutaciones, se sugiere que las secuencias en algunas regiones están mutando más rápido que en otras.
Si se considera que las mutaciones en los genomas virales encontrados en personas asintomáticas fueron de solo un 11%, pero que al compararse con las de los pacientes fallecidos se elevan a un 38%, podría indicar una relevancia de estas mutaciones a la fisiopatología del SARS-CoV-2, mostrando una mayor agresividad y posibilidad de mortalidad frente a las primeras variantes.
Sin embargo, y contrariamente a lo que se podría suponer, el ritmo de cambio del genoma del SARS-CoV-2, es más estable que otros virus, estimándose en 1,87 × 106 sustituciones nucleotidicas cada siete días, lo que representa solo un 20 % de la frecuencia de mutaciones genómicas que presenta, por ejemplo, el virus de la influenza A (10,9 x 10 6).
De esta información podemos desprender que en el genoma del SARS- CoV-2 que está formado por aproximadamente de 30.000 nucleótidos, ocurren cerca de sólo 20 cambios genéticos por año, y no todas las mutaciones que surgen persistirán lo suficiente en el tiempo, por lo que a pesar de su mayor “agresividad” podemos hacer frente a esta variable si actuamos responsablemente para evitar el contagio en nuestro país, ya que, esta variante va en camino a transformarse en la dominante. ¿Cómo? Debemos ser proactivos y anticiparnos a un nuevo problema, continuar con el lavado de manos, el distanciamiento físico y uso de mascarillas.