Carolina Lizana
Profesora asociada del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal
Universidad Austral de Chile
En Chile la papa se cultiva en todo el territorio, desde Putre hasta Tierra del Fuego. Es un cultivo que se adapta a distintos sistemas agrícolas, desde la agricultura familiar hasta la industrializada, convirtiéndose en parte de la base alimentaria de gran parte de la población.
La papa es el cuarto cultivo en importancia a nivel mundial en volumen de producción y tiene un rol preponderante en la alimentación, porque se adapta a una gran diversidad de climas y, por lo tanto, tiene una amplia distribución geográfica.
La papa es uno de los cultivos que posee alta biodiversidad, el Centro internacional de la papa conserva más de 5.000 variedades de papas de la zona Andina y de otras partes del mundo, siendo el principal reservorio de este cultivo a nivel global.
La Universidad Austral de Chile, por otra parte, mantiene hace más de 50 años, un banco de germoplasma de papas que resguarda la biodiversidad de la especie, y que fue generado producto de la colecta de materiales a través de todo el país. Un rol muy importante, en la conservación de la biodiversidad, lo juegan los guardadores de papas, agricultores que cultivan y mantienen las diferentes variedades en sus lugares de origen, es decir in situ, y que se esfuerzan por mantener sus cultivos a pesar de la fuerte presión que ejerce el producir variedades mejoradas de papas, que poseen ventajas desde el punto de vista de los rendimientos, el manejo agronómico y la post cosecha.
La diseminación de la papa a través del mundo está marcada por la trágica hambruna ocurrida en Irlanda y Europa entre 1845 y 1850, cuando el cultivo fue víctima del ataque del tizón tardío una enfermedad devastadora, que no tuvo resistencia alguna, en parte por la baja diversidad genética de las papas introducidas a Europa.
Hoy enfrentamos un desafío climático mayor. La ocurrencia de eventos climáticos extremos como heladas, olas de calor, inundaciones y sequías será cada vez más frecuente y, dependiendo de su magnitud, tendrán consecuencias importantes en los cultivos como la papa.
El cambio climático además afectará a los organismos patógenos asociados a esta especie, pudiendo generar problemas sanitarios de gran importancia. En este contexto y teniendo en cuenta la historia reciente del cultivo, es que cobra mas fuerza la necesidad de mantener la biodiversidad de la papa como una estrategia de adaptación al cambio climático. Entre las múltiples vías para hacerlo, está el fomentar el uso y cultivo de papas nativas en sus territorios de origen, la mantención de los bancos de germoplasma y la creación de nuevas variedades con combinaciones genéticas distintas que aportan diversidad y tolerancia a los estreses bióticos o abióticos.
La Universidad Austral de Chile, a través del proyecto “Evaluación de líneas mejoradas de papas nativas adaptadas a nuevas condiciones de estrés hídrico y térmico con una mayor valorización comercial del producto”, financiado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y se ejecuta en asociación con el Consorcio Papa Chile, pretende ser un aporte en la conservación de la biodiversidad a través del uso de variedades nativas en mejoramiento genético y aportar alternativas de consumo variadas y saludables a los consumidores a través de estas variedades que además de ser mejor adaptadas a alta temperatura y sequía harán un aporte importante en antioxidantes a la dieta de la población.