Especialistas de la Universidad de Chile plantean la necesidad de políticas públicas que permitan enfrentar la inseguridad alimentaria y garantizar a la población el acceso a alimentos para una correcta nutrición, especialmente en un contexto de riesgo y desastre. Frente a este desafío, nuestro plantel ha impulsado diversas iniciativas, una de las cuales es la campaña “Aquí comemos todas y todos”, trabajo que -a través de tres guías prácticas- entrega una serie de recomendaciones sobre nutrición, inocuidad alimentaria y cultivos caseros.
Con la pandemia, los problemas de acceso a los alimentos esenciales aumentaron, principalmente entre la población más vulnerable. La falta de disponibilidad provocó que la inseguridad alimentaria se incrementara en un 25 por ciento, situación que llevó a la Universidad de Chile, a través de la Unidad de Redes Transdisciplinarias de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo, a realizar la campaña “Aquí comemos todas y todos”.
Jaqueline Meriño, Coordinadora Unidad de Redes Transdisciplinarias, se refirió al objetivo de la campaña. “En conjunto con académicas del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) y de la Facultad de Agronomía, nos reunimos para entregar una serie de recomendaciones a través de la elaboración de tres guías prácticas que aporten en la nutrición de las personas, la inocuidad alimentaria en cocinas comunitarias u ollas comunes, además del cultivo de alimentos en el hogar y espacios comunes”.
Meriño recalcó que “a través de una mirada transdisciplinaria, que nace desde la U. de Chile, se generó información útil para llegar a toda la población. Nuestra finalidad era entregar consejos elaborados por expertos, como respuesta a la situación de inseguridad alimentaria que atraviesa el país a consecuencia de la pandemia”.
Inseguridad alimentaria y derecho a la alimentación
Al respecto, Daniela Ejsmentewicz, coordinadora de docencia de temáticas en docencia de gestión de riesgos de desastres de CITRID de la Universidad de Chile, comentó que la inseguridad alimentaria es un concepto que tiene que ver con dos elementos. “El primero es la calidad de los alimentos que se están consumiendo y el segundo, el acceso a ellos. Entonces, es un problema que no solamente tiene que desarrollarse con que tú no tengas que comer, sino que también comas mal, entonces podríamos hablar de inseguridad alimentaria cuando tienes una población obesa –como ocurre en Chile- porque los alimentos a los que tienen acceso son de baja calidad”, explicó.
Por otra parte, para el investigador del Centro de Derecho Ambiental de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile e integrante del Grupo Transdisciplinario de Obesidad de Poblaciones, Jorge Aranda, el derecho a la alimentación es “un derecho humano consistente en poder acceder tanto física como económicamente a alimentos saludables, producidos de forma sostenible, con pertinencia cultural, de forma sostenida en el tiempo. Esto, en miras a prevenir y combatir tanto la desnutrición de las personas más vulnerables, como la malnutrición por consumo de alimentos no saludables”.
El académico enfatizó que para su implementación se requiere de un Estado que desarrolle políticas públicas coordinadas entre diferentes órganos con competencias para regular la producción, intercambio y consumo de alimentos saludables. “También se requiere de algún mecanismo para poder reclamar la tutela de este derecho ante los tribunales de justicia, como podría ser la acción de protección”.
Desde la reciente experiencia de la pandemia, además, se comenzó a experimentar problemas y complicaciones en las cadenas de suministro, situación que se puede repetir frente a cualquier tipo de emergencia o desastre. En este ámbito, “desde un punto de vista jurídico, están los temas de respeto, promoción y garantía de derechos humanos, donde obviamente las personas tienen que tener derecho a alimentación suficiente para poder sobrevivir y sobrellevar la etapa de emergencia. Eso significa que, en un primer momento, se le entregue a la población alimentación suficiente para poder sobrevivir, y luego que se reestablezcan las cadenas de suministro para que puedan tener acceso a la alimentación, también que tengan acceso a medios para comprarlas y que se den las facilidades para que puedan adquirirlas”, indica Daniela Ejsmentewicz.
Por su parte, Jorge Aranda agregó que una primera medida sería “poder asegurar la producción de alimentos dentro del país para el consumo interno, en caso de problemas de abastecimiento desde el exterior. Es de suma importancia valorar las cadenas de distribución y venta locales de alimentos, tales como las ferias libres o almacenes. En muchos casos, son los lugares en que las personas pueden surtirse de alimentos en lo cotidiano, incluso en escenarios de desastre”. Aranda también hizo un llamado a efectuar un ordenamiento territorial adecuado para la protección del suelo cultivable y del agua para regadío ante la inminencia del cambio climático.
Banco de Alimentos de Cerro Navia
En el año 2019 -y previo al inicio de la pandemia- nació el Banco de Alimentos de la Municipalidad de Cerro Navia, el cual se ha convertido en un espacio de colaboración para la entrega de alimentos que, por distintas razones, no son comercializados. Recientemente, la Municipalidad de Cerro Navia llevó a cabo la Primera Conferencia Regional sobre Banco de Alimentos en Municipios de Chile, encuentro que contó con la participación del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (CITRID) de la Universidad de Chile, el Banco de Alimentos de Chile, Bogotá y Argentina, entre otras entidades.
En la oportunidad, el acalde de la comuna, Mauro Tamayo, entregó algunas ilustrativas cifras relacionadas con la situación de los alimentos en nuestro país. Por ejemplo, que al año se desperdician 63 kilos de pan por familia, que existe un 25 por ciento de inseguridad alimentaria en las poblaciones más pobres y que se registra un 64 por ciento de sobrepeso y obesidad en estudiantes de 5° Básico.
“Uno de los proyectos emblemáticos de la Municipalidad de Cerro Navia es el Banco de Alimentos. Somos el primer municipio en concretar esta medida junto con el Plan Cero Desperdicios. La iniciativa se creó como una oportunidad de asociación público-privada, en la consecución de objetivos de desarrollo sostenible. Se encarga de la recuperación y reutilización de alimentos, e involucrando al tercer sector en el trabajo con las comunidades locales”, señaló el acalde Tamayo, quien además es kinesiólogo de la Casa de Bello.
A través del Banco de Alimentos, el municipio ha apoyado el funcionamiento de ollas comunes y ha entregado alimentos en el contexto de desastres y catástrofes, como es el caso de la pandemia sanitaria por COVID-19.
Comunicaciones VID.