Usuarios y funcionarios del Cesfam Manuel Lucero participaron en el primer baño de naturaleza realizado en el entorno protegido, en Olmué. Guardaparques midieron la presión arterial y otras variables fisiológicas de los integrantes del grupo.
El shinrin yoku o baño de bosque es una práctica que se hizo popular en los años ochenta en Japón para reducir los niveles de estrés y ansiedad de las personas, a través del reencuentro pleno con los entornos naturales.
Con el nombre de baño de naturaleza, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) adaptó la metodología usada en el país asiático a los diferentes paisajes de Chile, para implementarla en las áreas silvestres protegidas que administra.
En ese contexto, el Parque Nacional La Campana fue escenario de un inédito baño de naturaleza, que benefició a tres personas en situación de discapacidad mental, cinco cuidadores (familiares) y dos funcionarios de la Oficina de la Discapacidad del Centro de Salud Familiar (Cesfam) Manuel Lucero de Olmué.
La actividad se llevó a cabo en el sector Cajón Grande del “pulmón verde”, y consideró un recorrido pausado y contemplativo, de alrededor de dos horas, por un sendero habilitado de 800 metros de extensión.
Según explicó la guardaparques, jefa de sector y guía certificada de baños de naturaleza, Paulina Correa, la iniciativa se enmarcó en el “programa de bienestar, con inclusión social, de las áreas silvestres protegidas”, que está dirigido a “diversos segmentos de la población que han estado excluidos de la oportunidad de disfrute, conocimiento y salud en contacto con la naturaleza”.
Añadió que la experiencia “apunta a la mejora de la salud integral de las personas, emocional, mental, espiritual y física, gracias a la conexión plena de nuestros sentidos con la naturaleza y, especialmente, con los bosques”.
Correa precisó que el baño de naturaleza, que culminó con una ceremonia del té, contempló “cuatro estaciones: el despertar de los sentidos, conectar con la presencia, desacelerar y paso a ciegas”.
Otra disposición
Por su parte, el asistente social de la Oficina de la Discapacidad del Cesfam Manuel Lucero, Rodrigo Cartagena, afirmó que “se respetaron mucho los espacios para la reflexión, para conectarse con la naturaleza, con los ruidos, en tiempos acordes a los avances que la misma gente tenía”.
Asimismo, el profesional destacó poder “volver al espacio laboral con otra disposición, bajar el tema de la presión, los niveles de ansiedad o el estrés que uno puede estar trayendo por estos días”.
Cabe consignar que el personal guardaparques del recinto, liderado por Paulina Correa, midió la presión arterial y otras variables fisiológicas de las personas que recorrieron el sendero, a objeto de evaluar la efectividad del tratamiento forestal.
De esta manera, el equipo de CONAF comprobó que los usuarios y funcionarios de la Oficina de la Discapacidad lograron reducir sus pulsaciones y aumentar la cantidad de oxígeno en su sangre.