Las cifras sobre el retroceso de los ecosistemas nativos en todo el mundo, revelan el impacto de las actividades humanas en la naturaleza y la urgencia de adoptar políticas urgentes de conservación, en el contexto del cambio global y climático. Si bien el panorama es desalentador, existen instituciones preocupadas de enfrentar el problema, generando investigación científica y acciones concretas.
Son 10 millones de hectáreas de bosques que se pierden cada año en el mundo, según datos de la ONU. Para no dejarlo a la imaginación, eso es una proporción de terreno similar a toda Islandia.
En Chile, el panorama es también desolador. En la Cordillera de la Costa, por ejemplo, entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos, los bosques nativos constituían la principal cobertura del suelo, hasta 1986. Luego de tres décadas, estos ecosistemas naturales sólo representan el 15% del territorio. Los factores que inciden en estas cifras están ligadas al cambio de uso de suelo, por actividades agrícolas, forestales y mineras, entre otros.
El complejo panorama que se cierne sobre la naturaleza, queda de manifiesto cada 21 de marzo, desde que el 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas declarara esa fecha, como el Día Internacional de los Bosques. Una jornada sin celebraciones, sin homenajes y con un nudo difícil de desatar para las futuras generaciones.
Si bien nadie en el mundo tiene una varita mágica para volver el tiempo atrás y recobrar lo perdido, sí existen entidades que están trabajando en investigación para generar evidencia de esos cambios, y materializar en terreno los procesos científicos para hacer frente a esta catástrofe.
En ese contexto, el Laboratorio de Ecología de Paisaje (LEP), de la Universidad de Concepción, trabaja hace más de 10 años en la producción de conocimiento científico, conservación y restauración de ecosistemas boscosos. “En el LEP, investigamos y aplicamos los principios de la ecología de paisaje, con el fin de avanzar en la ciencia de la sustentabilidad del paisaje. Bajo el contexto actual de cambio global, miramos el paisaje bajo una perspectiva transdisciplinaria, que integra los componentes sociales, ambientales y económicos que operan en el territorio a múltiples escalas”, señala Cristian Echeverría Leal, académico UdeC, director del LEP y también codirector de la iniciativa Foresta Nativa, instancia encargada de llevar a cabo proyectos de reforestación y restauración ecológica.
Especies amenazadas
Las especies nativas amenazadas en Chile, son las grandes protagonistas de los estudios del LEP. En este sentido, la institución perteneciente a la Facultad de Ciencias Forestales, aportó desde Chile a la evaluación mundial de especies arbóreas, que lideró el Botanic Gardens Conservation International (BGCI), cuyo informe del 2021 es concluyente; una de cada 3 especies de árboles en el mundo se enfrenta a la extinción.
En este sentido, Echeverría, Ingeniero Forestal y doctor por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, destaca el aporte de las evaluaciones realizadas por investigadores y estudiantes del LEP. También, revela la importancia de una extensa base de datos, nutrida a través de años de investigaciones, que registra varios puntos con presencia de especies amenazadas, que fue crucial para actualizar la información acerca de los 147 árboles chilenos incluidos en el informe del BCGI. “Las especies más amenazadas se encuentran en la zona centro-sur del país, específicamente entre Maule y Biobío. Estos son los lugares que han estado sometidos a los mayores cambios de uso de suelo en los últimos 400 o 500 años, por actividades agrícolas y forestales”, explica.
Así mismo, de las 10 especies de Nothofagus presentes en Chile, tres se encuentran en peligro de extinción, de acuerdo con la evaluación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN ; estos son el ruil, el hualo y el roble de Santiago, especifica Echeverría, en referencia a un género cuya antigüedad, supervivencia y disposición por todo el hemisferio sur, intriga a científicos de todo el mundo.
De la misma forma, Sara Oldfield, destacada investigadora británica, quien fuera directora de BGCI por más de 10 años, señala que, a nivel mundial, los bosques montanos tropicales, que se dan sobre los 1300 metros de altura, son los que presentan la mayor proporción de árboles amenazados. Por ello, expresa que es un deber colocar la conservación de los árboles en el centro de la política internacional de biodiversidad. “De acuerdo al cambio climático, se tiene que otorgar un reconocimiento mucho más fuerte a los servicios económicos, culturales y ecológicos vitales que brindan las especies de árboles”, añade la especialista, en referencia a las conclusiones del estudio, que fueron fruto de cinco años de trabajo y que involucraron la recopilación de información sobre el estado de amenaza de 58.497 árboles en el mundo.
Restauración ecológica
Las cifras antes expuestas lo demuestran; las acciones humanas tienen impactos evidentes en el medio ambiente. Las propias actividades económicas, si bien esenciales para el desarrollo humano, intervienen espacios naturales, los que por sí solos no se pueden recuperar.
En ese sentido, la restauración ecológica se alza como un tipo de solución basada en la propia naturaleza, que busca recuperar los atributos y características propias que hubiese tenido un ecosistema de no haber sido afectado o degradado por la actividad humana.
Desde el 2011, el LEP, ha promovido la restauración ecológica al interior del Parque Nacional Nonguén. La unidad, administrada por CONAF y que colinda con las comunas de Concepción, Chiguayante y Hualqui, fue afectada en el pasado por graves alteraciones, producto de incendios forestales, explotación e invasión por especies exóticas como aromo y pinos.
Así, la materialización del conocimiento científico en 18 hectáreas de restauración de bosques, permite hablar en la actualidad de recuperación del ecosistema. “La restauración ecológica en el Parque Nacional Nonguén ha resultado exitosa, en términos de la composición de especies, la estructura de la vegetación y las funciones ecosistémicas. Lo anterior, se ha podido evidenciar gracias al constante monitoreo y evaluación de los atributos claves desde que se inició el proyecto en el año 2011. Este monitoreo ha evolucionado desde el inicio, ya que a través del tiempo se ha podido incorporar nuevas tecnologías e instrumentos, que nos han permitido evaluar de mejor manera la trayectoria del ecosistema”, explica la Dra. Paula Gatica Saavedra, Bióloga, e investigadora posdoctoral de Foresta Nativa.
Así mismo, recalca que el desarrollo y éxito del proyecto, se ha dado gracias a la colaboración del sector público, privado y académico, constituyendo esto un ejemplo para futuros proyectos de restauración ecológica.