Si bien hasta hace algunos años, las labores de guardaparques eran principalmente llevada a cabo por hombres, hoy un grupo importante de mujeres ha ido tomando protagonismo en las áreas silvestres protegidas. Un camino que comenzó Mirla Carrasco, la primera mujer guardaparques de Chile, quién se desempeñó en el Parque Nacional Puyehue hace 50 años, y que actualmente ha avanzado en paridad, como es el caso del Parque Nacional Chiloé.
Allí Pamela Joost se desempeña como guardaparques. “Sin duda que las mujeres han estado empoderándose de espacios que antes eran dominados por hombres, y la labor de mujeres guardaparques es parte también de este cambio, donde estamos recuperando el contacto con la naturaleza y a su vez cuidarla con el amor que nos caracteriza”, dice Pamela.
“Por otro lado, es importante destacar que mientras más diversas sean las personas que trabajamos en pro a la conservación, podemos generar más ideas, llegar a más espacios y a más personas y así contribuir a los cambios que nuestra sociedad necesita respecto a su relación con la naturaleza”, comenta.
Su acercamiento a la naturaleza comienza desde la infancia: “De pequeña tuve la oportunidad de crecer entre la belleza del Parque Pumalín (hoy Parque Nacional Pumalín Douglas Tompkins), de poder contemplar, aprender y valorar el entorno donde estaba viviendo, fui una privilegiada en ese sentido”.
Durante su labor, ha tenido aprendizajes, especialmente en cómo tratar con visitantes, cómo transmitir las normas del parque, cómo realizar educación ambiental para niños inquietos o adultos mayores con movilidad reducida y cómo apoyar con el monitoreo que se está realizando a nivel nacional con cámaras trampas. También enfrenta los desafíos que tiene la institución. “Un desafío permanente es cómo vincular a las comunidades con los parques nacionales. Una de las labores más importantes es la educación ambiental a niños de escuelas cercanas y estrategias que permitan comprender que un parque nacional es beneficioso para el territorio”.