Obra contó con la participación del Dr. Ernesto Macaya Horta, docente del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción, quien también es el investigador que instaló los sensores que arrojaron 34º en el territorio chileno antártico.
La edición impresa de Guía de macroalgas subantárticas ya es una realidad. La obra, que tiene como autoras y autores a Jocelyn Jofré, Hélène Dubrasquet, María Eliana Ramírez, Nelso Navarro y Erasmo Macaya, pasó de la edición digital al papel, donde se aprecia en mucha mayor medida el gran trabajo realizado.
Consignar que la obra nace de un curso de identificación de macroalgas hecho en Punta Arenas, en el cual, luego de ir a diferentes lugares, recolectar muestras, lo que usualmente se hace en estos cursos, un par de estudiantes —Jofré y Dubrasquet— se motivaron y tuvieron la idea de hacer una publicación.
En base a eso, los profesores del curso ofrecieron ayuda. “Las estudiantes comenzaron a recopilar la información de las diferentes especies pensando en alguna guía, ayudados por María Eliana Ramírez, la algóloga más destacada que tenemos en Chile, que fue curadora y directora del Museo de Historia Natural de Santiago, eminencia reconocida a nivel mundial”, afirma el Dr. Macaya.
También estaba Nelso Navarro, algólogo y profesor de la Universidad de Magallanes y el Dr. Erasmo Macaya de la UdeC. «Nelso y yo somos investigadores del Centro Fondap IDEAL, desde donde recibimos el financiamiento, tanto para el diseño gráfico como para la impresión, que consta de mil copias«, detalla.
Justamente por el origen del financiamiento no es un libro que se pueda vender, pero ya ha empezado a ser distribuido en diferentes lugares, como la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, en otras instituciones donde se estudien las ciencias del mar, colegios, etc.
Altas temperaturas registradas en la Antártica
34º marcó un sensor instalado en el territorio chileno antártico, encendiendo de inmediato las alarmas. El registro fue rescatado justamente por el Dr. Macaya en lo que fue su quinto viaje al denominado continente blanco.
Ya no se necesitan cables ni computadoras para los trabajos de medición de temperatura en territorio antártico / Erasmo Macaya
Hace tres años que instala sensores de temperatura en el enigmático lugar. A diferencia de un termómetro o de las bases meteorológicas que ubican estos sensores a cierta altura, estos se ubican donde están los organismos.
“Posteriormente a la primera visita, instalé otros sensores más pequeños y este 2022 llevé unos que son una versión 3.0, con mayor durabilidad y más resistentes, que a diferencia de los primeros, que tenían una batería que duraba dos años dependiendo de la frecuencia con la que monitoreas los datos, estos últimos pueden durar más de 30 años”, explica el académico UdeC.
Además, estos sensores funcionan con tecnología NFC, por lo que se baja la aplicación, se coloca el sensor —el cual reconoce el número de serie—, indica la temperatura actual y se puede programar para tomar la temperatura cuando se considere necesario. Descargando algunos de esos datos aparecieron los 34º, que demuestran una tendencia alarmante si se considera que en ese sensor hay más de 70 mediciones sobre 20 grados.
Cabe destacar que estos sensores están ubicados en la zona intermareal, la cual queda descubierta cuando baja la marea.
“Estamos teniendo la data inicial de estas condiciones; hay colegas de IDEAL que están haciendo experimentos con peces y crustáceos, exponiéndolos a temperaturas más altas o a las mismas proyecciones que los informes del cambio climático indican para ver cuál es la respuesta”, concluye el Dr. Macaya.