Quillay, boldo, peumo y maitén, en la región del Biobío, fueron plantados por los vecinos del sector que recuperaron un terreno y lo transformaron en un lugar que busca mejorar la calidad de vida de cientos de personas.
Vecinos de Bajos de Mena, en Puente Alto, llegaron al parque que denominaron “Ubuntu”, para plantar los 200 árboles para embellecer el lugar que ha sido levantado íntegramente por ellos. Se trata de una iniciativa que comenzó tras la pandemia del Covid-19, cuando las personas que vivían en las casas aledañas al terreno veían cómo ese lugar, que en un principio iba a ser utilizado para la construcción de viviendas, se transformó en un basural.
Olga Mariqueo, cuya casa está frente al terreno, relata: “Vivo hace 23 años aquí y esto era un pedazo de suelo botado, estaba cercado cuando nosotros recibimos nuestras casas. Siempre ha sido un lugar hermoso, pero con el paso del tiempo se convirtió en un basural. Antes salía tanto pasto cuando llovía que esto se inundaba, salían rábanos y parecía un jardín. Después, cuando el pasto se secó, la gente comenzó a tirar basura y escombros, sobre todo en la noche. La lucha ha sido larga y tediosa, pero este proyecto es lo mejor que nos ha pasado”.
Los vecinos se organizaron y comenzaron a montar guardias para evitar que personas pernoctaran en el lugar que usualmente se usaba para el tráfico y consumo de drogas. Tras eso, gracias a una colecta hecha por ellos mismos, compraron los elementos para levantar un cierre perimetral y proteger la zona. Lo que les faltaba eran árboles.
“Agradecemos porque desde el principio, cuando nos ofrecieron los árboles, han estado con nosotros y se vienen grandes proyectos que ojalá a futuro se concreten, esa es la intención tanto de la compañía como de nosotros. Lo que pretendemos es crear un centro deportivo, porque en Bajos de Mena no tenemos. Un espacio en el que tengamos trote, calistenia, una cancha y todo eso unido con la naturaleza, con los árboles. Queremos crear un espacio para la familia, para los vecinos”, cuenta Francisco García, dirigente comité de adelanto Ubuntu.
Otras de las vecinas que asistió a colaborar con la plantación de árboles fue Johanna Arancibia, quien explica: “Estoy apoyando para poder ver todo verde porque estamos bien botados, carentes de muchas cosas y esto nos motiva para dejar hartas áreas verdes y que nuestros hijos y viejitos puedan tener recreación, respirar aire limpio y para que no le demos espacio a la maldad”.
Desde CMPC, Francisco Torrealba, Subgerente de Asuntos Públicos, expresa que “los estamos ayudando con el diseño del parque y con la donación de los árboles especiales para la zona metropolitana donde suele llover poco. Hay quillay, boldo, peumo y maitén, especies que trajimos desde nuestro vivero en la región del Biobío. La idea es que los mismos vecinos desarrollen el proyecto, lo que genera más identificación y más cuidado. Estamos felices, orgullosos y agradecidos con ellos, que nos dan la posibilidad de ayudar”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tener entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante. De acuerdo con la información del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable de la Pontificia Universidad Católica, que aplicó los Indicadores de Sustentabilidad Urbana (ISU) en 16 ciudades de Chile, la región Metropolitana cuenta con 3,64 m2 de áreas verdes por habitante, cifra que se espera pueda aumentar con proyectos como el que se desarrolla en Bajos de Mena.