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La filantropía ambiental de Francisca Cortés Solari

8 minutos de lectura

Nos necesitamos unos a otros como ciudadanos informados, concientizados y activos en responder a los efectos del cambio climático

Francisca Cortés Solari, presidenta de Filantropía Cortés Solari (FCS)

La familia Cortés Solari entiende la generación de valor y riqueza desde una perspectiva multidimensional, que supone la creación y promoción de valor social, cultural, científico y medioambiental en nuestro país.

Esta mirada incluye la conservación y valorización de nuestro patrimonio tangible e intangible, entre ellos los recursos naturales de Chile, así como la conservación, valorización y difusión de nuestro patrimonio cultural, material e inmaterial.

A su vez, esta iniciativa filantrópica promueve el desarrollo de una educación integral, que se hace cargo de la diversidad social, cultural y de los desafíos a los cuales se enfrentan las nuevas generaciones.

Desde sus inicios, el proyecto filantrópico Cortés Solari, presidido por su fundadora, Francisca Cortés Solari, se caracterizó por su apuesta innovadora, tendiente a crear valor social, al servicio de nuestro país.

¿Cómo y por qué nació la idea de generar acciones filantrópicas en Chile? ¿Cuáles son sus ámbitos de interés y acción?

Este proyecto nace hace más de 16 años, inicialmente apadrinado por mi madre, Teresa, y sus hermanas, Maria Luisa y Liliana Solari Falabella, quienes ayudaron a la constitución inicial de Fundación Caserta, institución que nació para promover una educación al aire libre, con dinámicas físicas y deportivas, así como con un fuerte sentido de vida para los jóvenes.

Poco a poco, fuimos diseñando programas educativos y de formación, tanto para escolares, como docentes y directivos, ya que nos dimos cuenta de que un verdadero cambio en la educación requiere que se trabaje con la comunidad escolar completa.

Con el tiempo, se sumó al quehacer de Caserta, Fundación MERI, que cristalizó el compromiso familiar de trabajar en un modelo de conservación privado, lo cual supone, antes que nada, definir los objetos de conservación de las reservas bajo amenaza del cambio climático. A partir de ahí es que empezamos a desarrollar líneas de investigación científicas, que permitiesen contar con evidencia suficiente para la toma de decisiones.

A lo largo de estos años, nos vimos obligados a buscar territorios para desarrollar nuestros programas educativos y científicos, es decir salas de clases al aire libre y laboratorios naturales.

Así es como nacieron las “Reservas Elementales”, territorios para la conservación efectiva, ubicadas en zonas estratégicas de Chile, como lo son el Desierto de Atacama, San José de Maipo y la Patagonia Norte. Son territorios únicos para medir el cambio climático en todos sus efectos.

Educación ambiental

¿Cuál es el nivel en Chile en temas de educación ambiental y cuál es el trabajo de ustedes en esta materia?

En el país hay muchas organizaciones de diversos tamaños, que utilizan múltiples metodologías para desarrollar programas de educación ambiental, lo cual es siempre positivo.

En nuestro caso, la educación ambiental es parte fundamental del Modelo de Conservación Integral que implementamos en nuestras Reservas Elementales desde hace 8 años. Pero también es un componente que hemos desarrollado en otros territorios al servicio de la comunidad, como la Laguna de Tebinquinche en San Pedro de Atacama.

La conservación debe estar al servicio de la comunidad y no al revés. Eso supone, por una parte, investigar las especies bajo amenaza y, por otra, desarrollar programas educativos ambientales, que permitan concientizar, formar y sensibilizar a las generaciones presentes y futuras, sobre los desafíos de nuestro ecosistema.

Nos necesitamos unos a otros como ciudadanos informados, concientizados y activos en responder a los efectos del cambio climático, que cada día son más visibles en el mundo y que nos urgen a tomar decisiones y acciones ya.

¿Cuál es el balance o experiencia que destacan de la exposición “Ballenas, voces del Mar de Chile?

Durante más de dos años estuvimos pensando, soñando una muestra como ésta, que nos permitiera sensibilizar a la comunidad sobre el ecosistema de nuestras Reservas Elementales.

Finalmente decidimos exponer y hablar, desde distintos lenguajes, acerca de la Ballena Azul, una especie paragua dentro del ecosistema marino, vale decir que de su supervivencia dependen muchas otras especies que habitan los océanos. Es además, uno de los principales objetos de conservación de la Reserva Elemental Melimoyu, que se encuentra en la Patagonia Norte.

Para esta exposición, nos propusimos traducir las investigaciones científicas que venimos desarrollando desde hace años a diferentes soportes que fueran comprendidos por personas de diferentes generaciones e intereses. La idea era transportar al Centro Cultural La Moneda, la belleza de nuestro océano y la sensación de inmensidad. En el fondo, se trataba de regresar la mirada hacia el mar y reapropiarnos de nuestro océano.

Fue una gran experiencia que nos dejó muy contentos, no sólo por las más de 100 mil personas que visitaron la muestra, sino por haber sido capaces de desarrollar una alianza público-privada exitosa. La masiva asistencia reveló el interés de la ciudadanía por este tipo de temas que no sólo son importantes, sino que nos hace tomar conciencia de nuestro hábitat.

La exposición también da cuenta de la necesidad de acortar la brecha entre la ciencia y la comunidad. En ese sentido, rescato el enorme trabajo de sensibilización y de educación ambiental que se realizó en conjunto con la muestra, con ejercicios de mediación, que permitieron que los niños y niñas la abordaran desde un lugar activo y conectados.

Ciencia, empresa y comunidad

¿Qué falta para que en nuestro país conversen efectivamente la empresa, la ciencia y la comunidad para alcanzar objetivos comunes como conservar nuestros ecosistemas?

Para nosotros la filantropía es el conjunto de acciones que emanan de privados y que son de utilidad pública. En ese sentido, la necesidad de promover el triángulo virtuoso, es decir, las colaboraciones entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado, son determinantes a la hora de avanzar en una agenda para la conservación integral, que permita contrarrestar, por ejemplo, los efectos del cambio climático.

Cuando hablamos de conservar, lo primero que necesitamos es investigar, es decir, promover y fomentar el desarrollo científico en estas materias en Chile. Por lo mismo, el rol del Estado es esencial a la hora de promover el desarrollo de la ciencia y la tecnología que es lo que se está viendo hoy.

Por su parte, las empresas no son únicamente creadoras de valor económico y financiero fundamentales para el país, sino también, creadoras de riqueza social.

Es sin duda un desafío poder incorporar I+D en las industrias de mayor impacto ambiental para de esta forma avanzar hacia mayores grados de sustentabilidad y menores emisiones de Co2. Es el momento en que se requiere de un diálogo fluido entre las partes, de manera de aumentar el impacto de las acciones emprendidas y que existan consensos amplios al respecto.

Áreas silvestres protegidas

¿Está de acuerdo con el traspaso de la administración de las áreas silvestres protegidas al Ministerio de Medio Ambiente? ¿Chile necesita más áreas marinas protegidas?

Tenemos un país muy extenso, muy rico en biodiversidad, con paisajes que no se ven en otras partes del mundo y que a la vez, requieren de mucho cuidado. El Estado es el principal conservacionista de Chile, por extensión de territorio, aunque es fundamental que los privados y la sociedad civil se involucren en esta tarea que es gigante, pues la conservación no consiste únicamente en proteger grandes extensiones de terrenos de desastres naturales, sino que supone acciones concretas y activas para su conservación desde un ámbito ambiental, social, cultural y de sustentabilidad.

En ese sentido, me parece importante apoyar todas las acciones que tengan como objetivo mejorar la articulación y administración de las áreas de conservación. 

En cuanto a lo segundo, ojalá que Chile pueda avanzar hacia mayores áreas marinas protegidas. El mundo científico plantea que se requiere de un 30% de áreas marinas protegidas, por lo que queda camino por avanzar, siendo que las urgencias ambientales son cada día mayores.

¿A qué se refiere con nuevo modelo filantrópico?

Antes que nada, creo importante aclarar que desde Filantropía Cortés Solari (FCS), entendemos por filantropía, el conjunto de acciones que emanan de privados, pero que son de utilidad pública. Lo señalo porque de alguna forma este concepto es bastante manoseado y se utiliza para hablar de cosas diferentes.

El nuevo modelo filantrópico tiene que ver con dotar a la filantropía de mayores grados de profesionalización. Se habla de cambio de conciencia, de nuevo paradigma, de sociedades que sean más participativas y sustentables.

Pues bien, eso también debe reflejarse en la filantropía. Lo cual significa evaluar el impacto de nuestros programas y dar pqruebas de transparencia, tanto en la toma de decisiones como financiamiento e institucionalidad.

¿Cuáles son los proyectos que tienen actualmente en carpeta y los desafíos del mediano y largo plazo? 

Ufff, la agenda se viene muy interesante a mediano y largo plazo.

Desde Caserta, nos hemos propuesto trabajar para el desarrollo de una educación integral en Chile, mientras que desde MERI buscamos promover el desarrollo científico y la educación ambiental, al servicio de la conservación.

En cuanto a los proyectos actuales, Fundación MERI, por ejemplo, trabaja en cinco macro temas, desde los cuales los científicos desarrollan diferentes líneas de investigación. 

Los macro temas son: agua dulce, océanos, biodiversidad, agricultura sustentable y atmósfera. Entonces, por ejemplo, en océanos, tenemos una línea de investigación asociada a la acústica de la Ballena Azul, especie paragua y esencial en el ecosistema de la Patagonia y el continente, que tiene por objetivo avanzar hacia una georreferenciación de esta especie. 

A la línea agua dulce, tenemos investigaciones asociadas a los niveles de Mercurio en ríos de la Patagonia. En biodiversidad tenemos los estudios sobre plantas extremófilas que realizamos en el desierto de Atacama.

Desde Fundación Caserta tenemos muchos programas emblemáticos. Desde las rutas, senderos y travesía, programa que trabaja sobre los niveles de autoestima escolar, hasta el programa Cecrea, en Castro, que es una iniciativa del Ministerio de las Culturas, el Arte y el Patrimonio, que promueve una nueva forma de entender el proceso creativo científico-cultural, en la cual participamos colaborando con una parte de la malla programática y sobre todo con nuestra línea de mediación cultural. También tenemos una escuela de formación desde la cual certificamos a educadores y psicólogos.

¿Cuál es su mirada de la industria del turismo y cuál es la relación que debería tener con el medio ambiente y a conservación?

Creo que existen muchas formas de entender el turismo. Creo que constituye una alternativa de desarrollo sustentable en zonas de Conservación, siempre y cuando el enfoque, las prácticas y uso del territorio, sea acorde a los principios de respeto. Lo importante de todo esto es que el ecoturismo bien hecho puede ser un tremendo aporte cultural y una oportunidad laboral para las comunidades.

¿Qué importancia le ve a que se realice la COP25 en Chile y cuál será la participación de Filantropía FCS en este encuentro?

La COP25 en Chile será una tremenda oportunidad para nuestro país, territorio con una gran biodiversidad, con paisajes tan distintos de norte a sur, para contribuir a generar la discusión necesaria para entender la urgencia con la que se debe enfrentar este fenómeno.

Chile es un termómetro y una plataforma para medir el cambio climático. Tenemos todo para hacerlo. En nuestro caso, la Reservas Elementales están pensadas como plataformas para el estudio del cambio climático.

Creo que es importante que en esta COP25 se impulse la idea de que se trata de una responsabilidad colectiva, por lo que debemos trabajar en conjunto Estado, sector privado y sociedad civil, de manera de construir juntos soluciones sustentables.

Desde Filantropía FCS, nos pusimos a disposición de la organización para que nuestro equipo científico participe activamente en este encuentro. A su vez, hemos abiertos nuestras Reservas Elementales como espacios de diálogo en la naturaleza.

Cremos que no hay tiempo para esperar.


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