Francisca Quevedo Castro
Profesora de Historia y Geografía (UdeC)
Magister (c) Ciencias Regionales
Instituto Tecnológico de Karlsruhe, Alemania
Estoy Verde Chile
La pandemia de coronavirus ha provocado muchas reflexiones en cada uno de los actores de la sociedad. Cuestionamientos a nuestra forma de vida pasada, presente y futura. Personalmente, comencé a pensar sobre mi rol en el planeta y especialmente como son las acciones que tengo sobre el medio ambiente, ya sean, buenas o malas.
Sin embargo, parece que no soy la única, porque en el estudio titulado “Climate Change and Public Opinions International Observatory 2020”, se señala que en un 72% de los chilenos se consideran más conscientes sobre sus acciones en el medio ambiente después del inicio de la pandemia. Además, este mismo informe plantea que un 71% de los chilenos ve un vínculo existente entre la pandemia y los efectos negativos de la actividad humana en la naturaleza y su entorno.
Podría seguir dando cifras, pero prefiero relatar cómo en el momento que escribo esto, siento una sierra cortando árboles en los bosques aledaños. La razón de esta tala es la construcción de nuevas viviendas y edificios para los habitantes del Gran Concepción.
Por supuesto, que no es un problema local, es un problema regional que se vive a escala nacional e internacional. De acuerdo con el reporte “El Estado de los bosques” de 2018 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pronostica que la población mundial aumente a 10 000 millones hacia el año 2050, lo que conlleva la alimentación de esta población. Uno de los muchos efectos negativos de las acciones mencionadas, es el impacto en la flora y fauna, traslados de habitad y una mayor proximidad entre los humano y ciertas especies.
Supongo que esa relación es la que vieron los chilenos encuestados. Agregando, un impacto post pandemia, donde observamos cómo el plástico de nuestras mascarillas y guantes queda en el planeta sin ser reciclados correctamente.
Un gran tema que había sido trabajado previo a la pandemia fue el plástico de un sólo uso. Este es un tema que sigue sin ser resuelto, donde muchas de las comidas o artículos diarios vienen en plásticos no reciclables o reciclables pero que terminan en el basurero, por la carencia de una gestión integral de residuos adecuada para la construcción de una sociedad sostenible.
Con la pandemia, las personas que estaban haciendo un cambio hacia el reutilizar y el rechazo de plásticos de un solo uso, nos vimos en la obligación de usarlos, no solo para protegernos a nosotros, sino que a nuestras comunidades. Una de las preguntas que surgió fue ¿cómo seguir construyendo una sociedad sostenible si tengo que retroceder a plásticos de un solo uso nuevamente?, a esa pregunta no tengo respuesta, pero sí sugerencias que me ayudaron a sobrellevar estas nuevas reflexiones.
Nadie puede cargar el mundo en su espalda, el cambio individual ayuda, siempre y cuando se sumen actores que refuercen el cambio y toda la comunidad esté involucrada. Sí solo lo ciudadanos nos dedicamos a reciclar ¿dónde queda la oportunidad de cambio a la sostenibilidad que tiene el sector público y privado? Todos los actores deben trabajar de forma integral para regular y reducir el impacto en nuestro medio ambiente.
Otro punto que ha relucido en esta pandemia, es cómo las redes sociales nos permiten la difusión de muchos caminos diferentes para llevar una vida sostenible, desde una dieta con menos carne o una concientización sobre la moda rápida. Sin embargo, la ciencia es la que nos entrega la base sobre las acciones más efectivas para reducir nuestro impacto y los problemas más críticos en nuestra sociedad.
Investigación
Centros de investigación regional como el CHRIAM o CEDEUS, han sido exitosos en la divulgación científica, difundiendo sobre la sequía o centros urbanos más sostenibles. La articulación de la academia, con los medios de comunicación, el sector privado, el sector público y la ciudadanía, deben ser prioritarias para la lucha contra el cambio climático. Ya que la acción disgregada, solo puede llevar a soluciones fragmentadas.
Estos últimos tiempos han sido difíciles, pero quedan muchos que serán luminosos y llenos de oportunidades. Estas oportunidades pueden ser en beneficio de medio ambiente, como reactivaciones económicas verdes o el fortalecimiento de acciones climáticas ciudadanas. Por ahora, la pandemia nos ha brindado una retrospectiva sobre las cosas importantes de la vida, muchas veces olvidadas en la rutina previa.
Respirar aíre fresco, ver los árboles florecidos o la libertad que tienen las aves para volar, son bellezas que no pueden ser comercializadas o destruidas para la construcción de casas y la perpetuación de industrias alimenticias no sostenibles. Cada segundo vale, especialmente reflejado en que escribiendo esto he escuchado la tala de 7 árboles en mis cercanías o que cada seis segundos se deforesta una extensión de bosque primario o virgen equivalente a una cancha de fútbol, es decir, diez canchas en apenas un minuto.
Intentemos enriquecer nuestro tiempo en esta pandemia, reflexionando sobre las acciones que tenemos en el planeta, pero aún más importante, planteando acciones para esto. No solo acciones individuales, sino que también el impulsar a otros actores privados o públicos a trabajar por un planeta sostenible. Aún quedan muchos flancos abiertos, como los recursos naturales, la economía circular, la contaminación de nuestros océanos, la gestión de nuestros residuos, las energías renovables o la industria alimenticia. Si no hacemos un cambio hoy, mañana será tarde.