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La investigadora que motiva a las niñas a acercarse a la computación

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Mabel Vidal trabaja con grandes datos e inteligencia artificial combinada con la biología. Un mundo en el que todavía existen grandes brechas de género, las que está tratando de acortar acercando la informática y la programación a las niñas.

Mabel Vidal Miranda es ingeniera en Bioinformática. Una carrera que combina las ciencias de la computación con la biología y que la ha llevado a desarrollar proyectos de genética al servicio de la salud humana, de árboles y de peces, entre otras materias y en las que ha trabajado en laboratorios de Estados Unidos, Brasil y Chile. Hoy se encuentra finalizando su Doctorado en Ciencias de la Computación de la Universidad de Concepción. La combinación que hace en su línea de trabajo de los conocimientos en informática y biología la convierten en una investigadora cotizada nacional e internacionalmente y siempre está recibiendo invitaciones para trabajar en el análisis de datos de diversos proyectos.

Sus inicios en pregrado no fueron fáciles en términos de la disparidad de género. Siempre en los proyectos es la única que maneja los datos y en las salas de clases siempre hubo pocas mujeres. Para ella, ese desafío personal se ha transformado en una motivación importante. Hoy trabaja en el proyecto Niñas Pro, que busca la participación de más mujeres en informática. “Soy líder de la Zona Sur y me encanta. Vamos a colegios y tenemos un curso anual de programación, porque el objetivo es que más niñas vayan a las olimpiadas chilenas de informática, porque antes de que existiéramos no iban niñas”.

Gracias al trabajo de otras profesionales del área, como ella, hoy las escolares se están acercando a la programación. “Nos dimos cuenta de que las niñas se atrevían a preguntar cuando no había hombres y ahí se formó una comunidad. Les mostramos como existen científicas que a través de la programación logran cosas en el Arte, Astronomía y otras ciencias”.

Este trabajo le hizo merecedora en 2019 de un reconocimiento del Ministerio de la Mujer y en 2020, recibió el premio L’Oreal Unesco, para mujeres en ciencia. Un incentivo que le permite seguir empoderando a más mujeres a incorporarse a la informática.

De Ohio a Concepción 

Hace aproximadamente cuatro años, Mabel Vidal estaba en la Universidad Estatal de Ohio, trabajando en uno de sus laboratorios, en el tema de genética de plantas. Pero sabía que para continuar como investigadora y hacer clases, debía realizar un doctorado.

“Estuve buscando en Estados Unidos, la idea es que tuviera foco en lo computacional, pero no había tanta libertad para seguir con mis estudios genéticos. En un congreso conocí al anterior director del doctorado de acá. Me invitaron y planteé que quería avanzar en mis estudios de genética y no hubo problema, de hecho, me dijeron que había un convenio de bioinformática, y mi participación venía como anillo al dedo. Así que me vine de Estados Unidos a Conce” recordó.

Desde entonces ha estado trabajando en su tesis, en la que aplica inteligencia artificial en datos genéticos, para predecir y detectar diez tipos de cáncer. También trabaja en conjunto con Estefanía Nova Lamperti, investigadora UdeC, en un proyecto de Covid-19 que persigue un objetivo similar: hacer predicciones mediante los datos del daño colateral que van a tener los pacientes que cursaron la enfermedad, para determinar el grado de daño pulmonar.

En este proyecto, entrevistaron a pacientes y obtuvieron datos de todo tipo. Es un trabajo que se realizó con un equipo multidisciplinario, y que involucró un seguimiento por un año, para recolectar la mayor cantidad de datos.

Además de este trabajo, se encuentra desarrollando un proyecto sobre inmunología de salmones, con investigadores de la Usach, es miembro del grupo Women in Engineering (mujeres en ingeniería) de la UdeC y forma parte de un grupo de robótica que interactúa con escolares. Sus redes hoy la ubican lejos de sus comienzos, donde ser la única mujer parecía una desventaja.

“No me incluían en los grupos de trabajo porque era la única mujer. Incluso cuando me vine a hacer el doctorado me preguntaron para qué lo hacía si igual me podía casar con alguien con dinero. En este caso eran compañeros de diferentes culturas, pero aun así hay machismo, aunque cada vez se intenta abrir e incluir a las mujeres. Los reconocimientos también me han validado, aparte de reconectarme con científicos en el extranjero que me invitan a sus investigaciones, me sirve como incentivo y para decirme a mí misma ‘soy buena, me lo merezco’”.  

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