Mauricio Henríquez Flores
Secretario Regional Ministerial de Energía del Biobío
El comercio, la industria, el transporte, la construcción, incluso la vida cotidiana, dependen de una fuente energética como condición sine qua non para su funcionamiento.
Por esta razón, hoy cuando tanto hablamos de modelos de desarrollo no podemos hacerlo sin repensar el energético vigente: la utilización de fuentes naturales no renovables y el impacto ambiental derivado de ellos.
Hace poco tiempo conocimos una noticia esperanzadora del Financial Times, titulaba que el 2019 no existió aumento en la emanación de dióxido de carbono y que este podría haber sido el peak. Según la Agencia Internacional de Energía se debe a que países desarrollados de la UE y EEUU usaron entre un 15 y 25% menos carbón para generar energía y hace hincapié en que el resto de los países deben también ir en este camino.
Por cierto, habrá que decir que aquellos que han logrado ese tan anhelado “desarrollo”, lo han hecho basando su energía en fuentes contaminantes, por lo que podría sonar hasta injusto que hoy se les pida a países en vías de desarrollo dejar de usar este tipo de fuentes. En ese sentido, el camino que está recorriendo Chile es sencillamente destacable
Es inédito que un país como el nuestro se comprometa a cambiar su matriz energética y dejar de generar electricidad con carbón antes de 2040, hacer esto sin comprometer el futuro de las siguientes generaciones supone un tremendo desafío que obliga a realizarlo con responsabilidad y de forma sostenible.
Exige también a construir nuevas centrales usando el viento, el agua o el sol como fuente primaria, obliga a construir redes que permitan llevar la energía a los centros de consumo, todo aquello en forma segura y sostenible en el tiempo.
No es materia de simple voluntarismos, ya conocemos todas las consecuencias, precisamente del desastre de una planta nuclear en Chernóbil y en el que el Estado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas escondió por largo tiempo a la humanidad. Incluso el propio Gorbachov, habrá reconocido años más tarde que este fue el desencadenante del fin de la extinta Unión Soviética.
Nuestro país mantiene una senda correcta y a paso firme, más del 99,6% de cobertura de electricidad y avanzando con las 30 mil familias que faltan.
En un camino decidido por incorporar la electromovilidad, modernizando e incorporando nuevas fuentes de calefacción, sumando mejor calidad de distribución eléctrica con una nueva ley, que entre otras cosas sumará mayor competencia y dinamismo a un mercado que pueda agregar más valor a la entrega de un suministro básico y desarrollando estrategias que podrían posicionar a nuestro país en la cima de la producción de hidrogeno dotando a nuestro mercado de una industria de capacidades determinantes para nuestra economía.